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La tragedia de Puebla

Para Max Cortázar. Con mucho cariño

La muerte de Martha Erika Alonso y Rafael Moreno Valle el pasado 24 de diciembre ha sacudido por completo al país. Otra tragedia a bordo de una aeronoave que recuerda, inevitablemente, a las sufridas por Juan Camilo Mouriño y José Francisco Blake, ambos en su momento secretarios de Gobernación en la presidencia de Felipe Calderón.

Naturalmente, la muerte inesperada de la gobernadora y el exgobernador tendrá consecuencias políticas serias. Martha Erika acababa de ser ratificada, tan solo tres semanas antes del accidente, como gobernadora constitucional del estado de Puebla por la Sala Superior del Tribunal Electoral tras un litigio y proceso judicial sumamente desgastante e intenso.

Rafael Moreno Valle se terminaba de consolidar como el hombre fuerte del PAN. Habiendo ganado Alonso su gubernatura y él la coordinación de la bancada de los senadores del PAN, la dupla tenía un poder sin paralelo en el partido. Moreno Valle, con sus habilidades de negociación e interlocución con otras fuerzas políticas, había logrado sacar adelante el nombramiento del nuevo ministro, González Alcántara, entre los votos de la oposición y también había impulsado la promoción de una acción de inconstitucionalidad ante la Suprema Corte de Justicia en contra de las reformas a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal por imponerle a los estados la figura de los “virreyes” (técnicamente súperdelegados).

En ese sentido, Puebla parecía posicionarse como un centro de oposición al nuevo Gobierno federal. Pero la tragedia ocurrida hace dos días ha cambiado por completo el panorama, tanto para Acción Nacional como para Puebla, así como para la oposición a nivel nacional. No será sencillo sustituir a figuras del peso de la pareja Moreno Valle-Alonso, conocedores del Congreso, del funcionamiento del Gobierno y con amistades en todos los partidos políticos.

Pero la tragedia tiene un lado humano mucho más relevante y trascendente. El accidente ocurrió en vísperas de la Nochebuena. Pero ni el ánimo navideño ni el espíritu de compasión estuvieron presentes en las redes sociales. No tardaron en salir fanáticos de ambos lados a politizar la muerte, a acusar, unos, al Gobierno por el deceso de los poblanos y otros de acusar a estos de frivolidad. Hubo hasta quienes aprovecharon el asunto para criticar al PAN y burlarse de las tragedias que han ocurrido en las aeronaves en los últimos años.

Son este tipo de circunstancias y de eventos los que deberían ayudarnos a unirnos como país; a entender que detrás de toda muerte hay familiares, amigos, colaboradores y gente que sacrificó su tiempo por algo en lo que creía. Que en política, como dice el Presidente, no hay enemigos, sino adversarios. Quizá solo entendiendo eso podremos construir una política un poco más sensible, compasiva y generosa.