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CON LAS COMUNIDADES NO SE JUEGA

Preocupa a las comunidades indígenas cómo pretende el H. Congreso hacer una Consulta a Pueblos y Comunidades Indígenas cuando en su convocatoria no queda clara la materia a consultar, o cómo, sin opinión comunitaria, se definieron sedes ajenas a su consentimiento, atendiendo sólo el 14% del total de comunidades. Así como se omite e ignora sistemáticamente a la Asamblea de la Comunidad en esta convocatoria de consulta.

En el fondo, se trasluce un serio diferendo por los 4 millones 300 mil pesos que tiene como presupuesto autorizado esta consulta. Hay quienes en el Congreso creen que pueden fragmentar el presupuesto y así adjudicar cantidades directamente para eludir una licitación pública que la ley marca.  Lo anterior en el supuesto que un tercero realice lo que el H. Congreso debería hacer, y pareciera que por ahí van.

Sería un desastre y un acto de corrupción si el Congreso “concesionara” la consulta a un particular. Transferir recursos a un particular y delegar sus atribuciones y su representación a particulares sería una transgresión legal que tendría enormes repercusiones, y constituiría un agravio a las Comunidades Indígenas que, a la fecha, han hecho un esfuerzo de diplomacia para hacerse oír por los legisladores.

Hay una minoría de legisladores que considera que el H. Congreso debe asumir cabalmente su responsabilidad y debe ejecutar su presupuesto de manera directa y sin fragmentarlo, apegándose a la ley estrictamente. Esta minoría coincide con las comunidades en que se reponga la convocatoria de la consulta indígena.

¿Ganará la opacidad sobre la ley?

¿El pleno del H. Congreso decidirá suspender este remedo de Consulta?

¿Será un adendum (parche) de la convocatoria de la consulta indígena la solución ante la opacidad y el caos de esta consulta?

La verdad, las cosas en el legislativo prevalecen en el incierto y en el encono.

Cabe añadir que el tema legislativo que preocupa a algunos integrantes del H. Congreso es la reforma electoral, para que las comunidades y regiones indígenas puedan acceder a una representación en sus distritos y/o ayuntamientos. Lo anterior como una acción afirmativa para fortalecer la representación política indígena, sin embargo, si no se toca, para otra no pasa nada. Así que la Consulta está en modo de espera.

Por otro lado, en las comunidades indígenas de la región Huasteca, crece la inconformidad ante el desorden legislativo. Las comunidades se niegan a firmar y sellar los papeles que les han pretendido entregarles en un vano intento por “revestir” de legalidad este turbio proceso consultivo.

Las comunidades indígenas sesionan y trabajan preparándose para dejar claro que la agenda de los de “arriba” no funcionará si no consideran las prioridades de los de “abajo” y van colocándose temas que, con o sin el Congreso, se impulsan, entre ellas destacan:

Las comunidades indígenas náhuatl, tenek y xi ui, quieren que se les transfieran directamente los recursos suficientes para impulsar su desarrollo económico, social y cultural de conformidad a su propia identidad.

Quieren una amplia y profunda protección del medio ambiente, el agua y del territorio, en el que los químicos sean proscritos en toda actividad económica.

Que sus sistemas normativos sean plenamente respetados y que su vinculación con los poderes del Estado se base en el respeto de su autonomía para impulsar el desarrollo con identidad y ejerciendo sus derechos a plenitud.

Que la medicina tradicional, la partería, y el conocimiento tradicional sean no sólo reconocidos y respetados, sino se consideren en los modelos de atención a la salud por las instituciones del sector, bajo la perspectiva del pluralismo médico

Que se les empodere para enfrentar el alcoholismo y las adicciones que la negligencia gubernamental les ha impuesto para embrutecer a sus jóvenes, y

Que el modelo educativo realmente sea intercultural y bilingüe.

Estas propuestas son tan solo una porción de la demanda indígena que viene desde abajo, entre la opacidad, el caos y el incierto de un Poder Legislativo que tiene en sus manos una bola de fuego, que tarde o temprano le quemará las manos, pues con las comunidades indígenas no se juega, tarde que temprano “castigan” con amparos o cambiando su preferencia política.