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Iglesia de Cerocahui, sangre, luto e indignación

El asesinato en la Iglesia de Cerocahui, Chihuahua de los sacerdotes Javier Campos y Joaquín Mora y de una persona civil (laico) en manos de un adicto demente, es indignante e inaceptable. Refleja un grave fenómeno en el que la iglesia ya no es respetada y es víctima de la locura. La iglesia ahora es parte del dolor del pueblo de México que vive tantas desapariciones y muertes en causas inútiles y sumamente dolorosas. La violencia y el crimen ha permeado a la sociedad casi normalizando dichas conductas antisociales, lo cual ya es gravísimo.

El papa se solidariza y como Pontífice de la iglesia católica y jesuita, responde lamentando estos vergonzosos hechos, expresando su dolor y consternación por el asesinato en México, enfatizando que, ¡cuántos asesinatos en México! La violencia no resuelve los problemas, aumenta los sufrimientos innecesarios.

Cerocahui, es solo parte de la Sierra Madre Occidental que atraviesa el estado de Chihuahua y el suroeste de Durango y Sonora. En dicho territorio, comparten el hábitat los tarahumaras, tepehuanes, pimas, guarojíos y mestizos. De los grupos originarios de la región los tarahumaras son el grupo más numeroso y habita un espacio denominado sierra Tarahumara.

Los tarahumaras suman en Chihuahua 86,033 personas hablantes de su lengua (mayores de 3 años) y se hacen llamar a sí mismos rarámuri, que significa corredores a pie; proviene de las raíces: rara (pie) y muri (correr).

Los rarámuris (tarahumaras) han resistido históricamente para conservar sus territorios cada vez más amenazados por el despojo ante megaproyectos de gas, madereros, de turismo voraz, infraestructura hotelera y hasta de aeropuertos (municipio de Creel), pero mucho más por el narcotráfico. El narcotráfico es una actividad que tiene un importante lugar en ciertas áreas de la sierra y que influye en la reproducción social y cultural de los rarámuris, pues además de que ha propiciado el despojo de sus tierras y de las de otros grupos como los tepehuanos, los guarojíos y los o'oba; ha significado la violencia y el abuso del poder.

La pobreza extrema es un signo presente en donde habitan los rarámuris; teniendo índices de desarrollo humano similares o más rezagados que los países con mayor atraso; casi toda la población rarámuri sufre de "carencia alimentaria".

Por otra parte, pese a ser la cultura rarámuri resistente históricamente a los abusos del poder, sus pueblos y comunidades se encuentran sitiadas desde hace más de 15 años, sus juventudes viviendo el riesgo de ser captadas por el narcotráfico, expuestas a la migración forzada, a la insuficiencia educativa y sin poder construir una perspectiva de futuro. Resulta lamentable que en el imaginario juvenil está convertirse en sicarios o sicarias.

¿Dónde está el Estado garante de los derechos humanos, indígenas y de la seguridad?

La ausencia del Estado en muchas regiones del país es ya evidente. La sierra tarahumara es un ejemplo que nos viene a sacudir, pero lamentablemente esto se repite en varias regiones del país y en particular en las regiones indígenas. Los niveles de gobierno en su mayoría omisos, lamentablemente van generando vacíos institucionales en la vida pública que condenan a millones personas a la violencia, al silencio impuesto y a la impotencia social en busca de justicia y paz.

La sociedad debería reaccionar más enérgicamente y responder ante esta grave situación, porque no hay peor cosa que el silencio cómplice de una sociedad que prefiere ver la televisión y el teléfono que exigir la paz y justicia. No bastará que se aplique todo el peso de la ley a quienes siembran el terror en la sierra tarahumara, es urgente que se restablezca la presencia del Estado y sus instituciones y se garantice el estado de derecho en el territorio nacional, hay que invertir en los pueblos, comunidades y personas más vulnerables; porque los abrazos no han sido suficientes y los balazos no cesan.

Juan Felipe Cisneros Sánchez

Observatorio Indígena Mesoamericano