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El Mirador
Redacción

Con el corazón estrujado

Un mensaje puede cambiar todo, desde ese instante hasta toda tu vida; y eso fue lo que me acaba de suceder: un mensaje de texto escalofriante con una de las peores noticias que me han dado últimamente. La muerte inesperada de una compañera de lucha. 

 

Para muchos no es novedad las agresiones y violencia que se desarrolla entre el gremio periodístico, pero el tener que vivirlo, es otro boleto. Las presiones sociales, el pánico de persecución, los demonios que te persiguen en tu mente, no es cosa sencilla de tratar. 

Una compañera, después de años de lucha, de amenazas, de ver qué su vida para muchos no vale nada, apagó su rayito de luz que emanaba en medio de tanta adversidad y tinieblas de suspenso por no saber qué podrá suceder en el día a día. 

Ella tan llena de vida, de optimismo, luchona por excelencia, se rindió, bajo los brazos ante la lucha interminable para que nuestras voces violentadas sean escuchadas, luego de que nuestros enemigos quisieran callarlas. No pudo más. 

Y es que si nos ponemos a pensar, cuántos creen que es pasar la página y seguir con nuestras vidas como si nada, pero no visualizan todo lo que nuestra mente nos juega, todo con lo que tenemos que luchar para sobrevivir, contra todo lo que hay que enfrentar: la revictimización, los carpetazos, la falta de presupuesto, la nula credibilidad de las autoridades que creen que con unos cuantos apoyos sociales es suficiente…¡NO! 

Con tristeza, puedo decir que soy parte de las cifras que se han quedado esperando justicia, han pasado años, y solo dieron carpetazo al asunto, creyendo que con “borrón y vuelta a la página “ aquí no pasó nada… pero no. Ahí no termina todo. 

¿Quién ve por la salud mental? ¿Quién se preocupa por la problemática de volver a empezar de cero, cuánto ya tenías una vida hecha? No solo es salirse de la zona de riesgo, también es la salud física, mental, alimentación, financiera, y social. 

Hoy mi corazón está hecho trizas, hoy mi corazón llora por la vida de mi compañera, llora porque la justicia no llegará para ella. Pero también me lleno de energía y valentía para luchas por las demás, las que quedamos, las que vienen tras nosotras, para que la violencia y falta de empatía por parte de las autoridades cese, para que la justicia llegue para cada una de las víctimas de amenazas, de agresiones, de abuso psicológico al que son sometidas. 

Querido lector, si leyó todo este desahogo, agradezco su empatía, su tiempo y solidaridad para el gremio periodístico que sufre, que llora en silencio, por todas esas voces que han sido calladas con la muerte, por esos sueños truncados, por esas vidas que hoy ya no están con nosotros.