La investigación sobre la muerte de la joven Ariadna Fernanda López es una demostración clara de cómo funcionan, para mal y para bien, los sistemas de procuración de justicia en el país. Ariadna, una joven de 27 años, que era madre de un niño de siete, salió de un bar el 30 de octubre y sus restos aparecieron dos días después, arrojados a la vera de la carretera La Pera-Tepoztlán.
Primero se dijo que Ariadna había abordado, sola, un “taxi seguro”. Luego se supo que no salió sola, sino con una pareja para ir al departamento de Rautel y Vanessa, una pareja supuestamente amiga. Rautel fue al velorio de Ariadna e hizo múltiples declaraciones exigiendo justicia y sobre cómo Ariadna se había ido de su departamento en un taxi.
La Fiscalía de Morelos, mostrando una vez más su desinterés por los casos de feminicidio, hizo la primera autopsia a los restos de Ariadna (habían sido encontrados en ese estado) y descartó que hubiese sido asesinada: dijeron que murió por congestión alcohólica y broncoaspiración. Antes de investigar, aseguraron que, si había ocurrido algún acto criminal, había sido en la Ciudad de México.
La Fiscalía y la Secretaría de Seguridad Ciudadana capitalinas tomaron el caso por la demanda de los familiares y amigos y llegaron a conclusiones diametralmente diferentes. Ariadna sí se había ido con Rautel y Vanessa al departamento del primero y de allí se observó por cámaras de videovigilancia que en la madrugada ya del día 31, Rautel salía del departamento cargando a Ariadna, que estaba inconsciente. Rautel la sube a una camioneta y se va de allí.
Horas después se hace una segunda autopsia y se descubre que Ariadna no murió, como dijo la fiscalía de Morelos, por broncoaspiración, sino por severos traumatismos; en otras palabras, fue asesinada a golpes. En la madrugada del sábado fue detenida Vanessa en su casa de Ecatepec y se libró orden de aprehensión contra Rautel, que en la mañana de ayer lunes se entregó en la Fiscalía de Nuevo León. Asegura ser inocente, pero lo cierto es que, además de las grabaciones, en su departamento se encontraron restos de sangre de Ariadna, a pesar de que el lugar había sido cuidadosamente lavado.
¿Cómo pueden dos investigaciones sobre un mismo crimen llegar a conclusiones tan diferentes? Muchas veces hemos dicho que uno de nuestros mayores problemas cuando hablamos de seguridad y, sobre todo, de feminicidios, es que en nuestro país no se investiga, ni hay capacidades significativas en ese sentido. Y en los casos de feminicidios, que sigue siendo el delito grave que mayor crecimiento observa en este sexenio, pareciera sumarse el desinterés de las autoridades, sobre todo locales. La Fiscalía de Morelos es particularmente omisa en ese sentido, mientras que se debe reconocer que las capitalinas han sido de las más eficientes.
La Comisión Independiente de Derechos Humanos de Morelos (CIDHM) informó que en la primera mitad del 2022 contabilizó 64 feminicidios en esa entidad, mientras que la Fiscalía del estado que gobierna, es un decir, Cuauhtémoc Blanco, reportó apenas 31 para el mismo periodo.