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Itzanami Espinosa
Al mirar por la ventana

Con todo y miedo

Ahora que nos estamos sincerando, como generación, como comunidad, como personas; ahora que vamos normalizando externar nuestras preocupaciones y desbordadas emociones: hablemos del miedo. De esta sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario, que usualmente nos ayuda a mantenernos alerta.

Existen algunos miedos que, aunque son propios de las etapas de crecimiento, pueden presentarse de acuerdo con las experiencias. Uno de los primeros miedos que el ser humano experimenta, es a la oscuridad, en la adolescencia puede surgir el miedo a defraudar a los padres o a sentirse humillados; en la etapa adulta, la etapa que nos concierne, suelen aparecer los relacionados con relaciones sentimentales o el éxito profesional, mientras que la vejez involucra los afines con la pérdida de autonomía, dependencia, soledad y la muerte.

Y qué pasa cuando la sensación de miedo se prolonga y aquello que suponía solo una señal de alerta simplemente nos paraliza, ¿hasta qué punto podemos dejar que el miedo sea un factor en nuestras decisiones?, sobre todo las trascendentales como elegir nuestro primer trabajo formal o peor aún, cambiar de este; salir del hogar para empezar una vida independiente o peor aún, mudarte de ciudad; aprender a manejar en un entorno de conductores salvajes o peor aún, volver a tomar el volante después de un accidente.

Cuando el miedo nos paraliza es cuando comenzamos a estancarnos, en términos coloquiales, el verdadero problema es que cuando eso ocurre, no nos damos cuenta de inmediato y pueden pasar semanas, meses, hasta años, para entender que era el miedo el que nos tenía atrapados en una casilla, sin atrevernos a lanzar los dados y avanzar.

Para seguir el camino, entonces, sería necesario averiguar cuál es el miedo que nos está bloqueando y por qué. Pero para comenzar, podríamos hacernos justo esa gran pregunta: ¿a qué le tengo miedo? Y recordar, siempre recordar, que ser una persona “valiente”, no significa no tener miedo; una persona valiente lo es porque hace las cosas “con todo y miedo”, así que aprendamos a poner ese sentimiento en su lugar y no darle el poder ni la función que no tiene: el miedo no debería frenar, paralizar, limitar, simplemente alertar.

Finalmente, les invito a reflexionar esto, siempre que se sientan agobiados frente a situaciones que nos obligan a elegir, a tomar caminos decisivos para que cada vez tengamos más consciencia del porqué de nuestras acciones. Que seamos siempre capaces de entender de dónde viene el freno, si en verdad lo necesitas o es solo el miedo el que lo está presionando por ti.