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Fernando Rodríguez Román
La ciudad que nos mueve

¿Qué es la ciudad? (Parte 2/3)

Buscar definir o interpretar la idea de ciudad es un tema muy complejo.  David Harvey pensaba que la ciudad es la representación materializada de las relaciones de poder y conflicto que vivimos. México es un claro ejemplo de esta idea, pues podemos observar material y socialmente una profunda desigualdad, una desigualdad reflejada en la ciudad. (David Harvey, Ciudades Rebeldes) 

 

Otra perspectiva de la ciudad más esperanzadora de Alejandro Aravena, dice que a la ciudad hay que verla más que como un conjunto de casas y edificios, como un conjunto de oportunidades, por eso el movimiento de personas hacia las ciudades en busca de mejorar sus condiciones de vida, como el fenómeno cada vez más latente de la migración. Pero ¿realmente estamos cumpliendo esta expectativa de acceso a oportunidades y calidad de vida? ¿Qué tan accesibles e inclusivas son las ciudades? ¿Qué tan justas y equitativas son para sus habitantes?

 

La ciudad es una realidad compleja y cambiante, que se puede abordar desde diferentes perspectivas y disciplinas. Sin embargo, antes de estudiar sus aspectos sociales, culturales, políticos o económicos, es necesario preguntarse por su esencia y su naturaleza. ¿Qué es la ciudad? La respuesta a esta pregunta no es obvia ni única, sino que depende de cómo concebimos y experimentamos la ciudad. 

 

El concepto de ciudad tiene su origen en la antigua Grecia, donde la ciudad (polis) era el espacio donde se realizaba el ser humano como ser político. La ciudad era el lugar donde se manifestaba el logos, la razón que ordenaba el cosmos y la vida humana. La ciudad era también el lugar donde se expresaba el ethos, el carácter o la forma de ser de los ciudadanos. La ciudad era, en definitiva, el lugar donde encontraba sentido en su actuar el ciudadano. Esta visión de la ciudad fue cuestionada por los sofistas, quienes defendían el relativismo y el escepticismo frente a las verdades universales. Para ellos, la ciudad era una convención humana, producto de la persuasión y la retórica. La ciudad era un espacio de conflicto y de poder, donde se imponía el más fuerte o el más hábil. (Platón, República)

 

Aunque los tiempos han cambiado, las ciudades siguen siendo espacios de conflicto y poder, así como siguen proliferándose más y más los “sofistas modernos”. Este panorama nos desafía como ciudadanos actuales a ejercer una acción consciente para moldear las ciudades de acuerdo con principios de equidad, justicia y sostenibilidad. Ejerciendo nuestro derecho a una “democracia directa”, es decir, hacer algo más que votar cada 3 o 6 años, incidiendo activamente en decisiones cruciales sobre la configuración de los espacios que habitamos cotidianamente en nuestra ciudad, esto es ejercer nuestro derecho a la ciudad.

 

Hay que considerar la ciudad como una realidad multidimensional y como un ente o sistema vivo, una Gaia pero a nuestra escala directa, a ciudad es un espejo de nosotros mismos, refleja nuestras virtudes y falencias como sociedad. Cada decisión y acción que tomamos como ciudadanos contribuye a la salud y dinamismo de esta entidad urbana, impulsándonos a construir espacios que reflejen lo mejor de nosotros y fomenten el arte de vivir en comunidad.