¿Quién eres? Sé que todos te llaman culpa, pero ¿de dónde has salido? No estoy segura si te has creado en el interior de mi mundo emocional o si alguien más te ha enviado como una especie de compañía en mi vida. Y de ser así, aún tengo un gran conflicto, porque las compañías suelen sentirse agradables, y tú no eres agradable; eres todo lo contrario. Tu presencia me mantiene ansiosa y me congela. El hecho de que estés constantemente a mi lado me hace creer que soy una mala persona, y yo no quiero ser una mala persona. En realidad, no lo soy, pero siempre estás susurrándome lo mal que hago las cosas y lo mal que digo lo que digo.
¿Quién te dijo que podías ser el juez de mi vida? ¿Quién te ha dado el permiso de juzgar cada movimiento que hago? Tú no estás ni cerca de comprender aquello de lo que trata mi vida. No tienes la valentía de ser un personaje activo en la construcción de mi vida, y aun así, eres quien más juzga y me reclama por lo que hago. Escribiendo esto, me doy cuenta de que yo te sigo permitiendo que opines en lo que, junto con mis sistemas de creencias, pensamientos y emociones, estamos construyendo.
¿Has creído que eres el director de esta obra en construcción? Eres más parecida al arquetipo de la típica vecina metiche: nada le gusta, nada le parece bien, todo le molesta. Pero, ¿cómo hacer para quitarte el papel que te has impuesto en mi vida? ¿Cómo debería tratarte? No sé si existe una manera correcta para relacionarme contigo o simplemente debería pedirte que te vayas. Pero eso lo pienso, si fuiste enviada por alguien más, porque si fuiste creada en mi interior, ¿por qué te creé? Me da la sensación de que, si fuiste creada en mi interior, serías como una especie de cáncer que crece, se propaga y aniquila todo lo que tiene a su alrededor.
Quizá no sea tu culpa ser la culpa. Quizá, incluso por ser la culpa misma, te es imposible sentir culpa por provocar lo que provocas. Quizá no deba tenerte miedo, sino un poco de compasión. No imagino lo horrible que sería ser odiada por todos. O por lo menos eso lo noto cuando llegas a la vida de alguien. Siempre intenta alejarte, y no sabes lo patéticos que somos con tal de que te vayas. Pedimos perdón aun cuando no queremos y recibimos castigos porque esa es la única manera de disolverte. Al final, solo logramos estar bien con el otro, pero mal con nosotros mismos cuando llegas a nuestra vida. Tal vez solo estás buscando a alguien que te abrace y que no intente deshacerse de ti. Tal vez eres algo maravilloso que lleva puesto un disfraz monstruoso. De hecho, las veces que he sido lo suficientemente valiente para abrazarte en lugar de ahuyentarte, me has ayudado a legitimizar mis decisiones. No hay nada más valiente que decirle a un juez con experiencia: "Si tuviera que hacer lo que hice, lo volvería a hacer de la misma manera una y otra vez, y a la siguiente de nuevo", aceptando cada consecuencia de las decisiones tomadas. Tal vez eso es a lo que se refiere Nietzsche en su idea del eterno retorno. Tal vez abrazarte es lo único que nos permite legitimizar nuestra vida.
Por, Elizabeth Mercado.
Terapeuta Existencial.
Autora de Jaula Mental, decorar la jaula no te hace libre (disponible en Amazon)
Ig: elizabeth.mdo