En los últimos años, la idea de "hacer ciudad" ha cobrado fuerza, esta es una idea que parte del reconocimiento del “derecho a la ciudad” que se refiere al derecho de los habitantes a habitar, ocupar, transformar, gobernar y disfrutar su ciudad, como un espacio común justo, inclusivo, seguro, sostenible y democrático para una vida digna.
Por lo tanto, la idea de hacer ciudad demanda que, antes de actuar, primero se cumplan principios de inclusión, diversidad y participación, principios fundamentales, la gobernanza urbana. Partiendo de ahí, ¿qué implica realmente hacer ciudad?
La ciudad es esencialmente un espacio colectivo, es el lugar donde confluimos en diversidad y donde la empatía se vuelve un valor fundamental. Más allá de “tolerar” al vecino, tiene que ver más con saber escuchar, comunicarse y entendernos. La empatía es la capacidad de ponerse en el lugar del otro, de comprender sus emociones, pensamientos y motivaciones, estableciendo vínculos más fuertes. La empatía es una habilidad social que facilita el entendimiento y la cooperación entre las personas. Esto facilita el intercambiar ideas y la acción colectiva.
La ciudad es también un sistema complejo y emergente, en donde se producen fenómenos impredecibles. Es un sistema formado por múltiples elementos, actores y disciplinas interrelacionados que se autoorganizan y generan propiedades o comportamientos nuevos e impredecibles. (Steven Johnson, 2001)
Eso explica muchos fenómenos de la ciudad, como la vivienda “informal”, donde las personas por sus condiciones, al no poder dotarse de vivienda, satisfacen esta necesidad básica en áreas "informales" y periféricas de la ciudad, regularmente sin los servicios ni equipamientos adecuados. Esta es una característica del sistema que, al tener una necesidad, la satisface a través de donde menos oposición encuentre, y no porque en un plan municipal de desarrollo esté marcado de colores donde se puede y no se puede vivir. Estas situaciones nos deben procurar entender la situación de nuestros conciudadanos, nos invita a reflexionar el qué tan flexible es la ciudad y sus espacios para la vida en sociedad.
¿Cómo hacer ciudad en este contexto? Es la pregunta práctica que nos lleva a explorar estrategias para intervenir en nuestra realidad urbana directa desde una perspectiva participativa, creativa y flexible, con los recursos y personas a nuestro alcance para generar espacios en los que nos identifiquemos, apropiemos y cuidemos colectivamente.
Al final del día, como ciudadanos nos hacemos del cachito de ciudad que nos tocó y esta acción de habitar nos invita a preguntarnos: ¿cómo vamos a vivir? De ahí la importancia de participar, de actuar, de hacer algo, de organizarnos y ser empáticos y abiertos al diálogo, pues eso nos beneficia a todos. Que la calidad de vida colectiva de mi barrio sea sana, me permite llevar una vida sana, y no forzosamente por ganar más dinero individualmente, nuestra calidad de vida aumenta, en realidad, nuestra calidad de vida aumenta porque nuestro entorno lo permite.
Hacer ciudad, por lo tanto, es construir colectivamente, desde la memoria y el imaginario, utilizando los recursos, herramientas y actores a nuestro alcance, para crear espacios dignos y habitables.
Hacer ciudad es un llamado a cada uno de nosotros para participar activamente en la creación de un entorno urbano que refleje lo mejor de nosotros y nuestra sociedad, que fomente el desarrollo integral de cada individuo y de la comunidad en su conjunto.