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Alberto Flores
El emparrillado

El camino al Draft, Parte 1

Por lo general, escuchamos en las noticias cuando a un jugador que tiene un buen desempeño le dan un contrato con cifras de dinero que ya rayan en lo grosero. Un ejemplo claro de este tipo de notas es cuando a Patrick Mahomes le dieron la absurda cantidad de 500 mil millones de dólares en un contrato que lo asegura por 10 años como el mariscal indiscutible de los Jefes de Kansas City. Qué tan efectivo es otorgar tanto dinero a un jóven de menos de 24 años es algo que ha estado siempre a discusión, pero también ignoramos los sacrificios a los que estos jóvenes se han sometido para lograr dicho reconocimiento financiero.

 

Volvamos al pasado por un momento.

 

Imaginemos a un jóven de nacionalidad norteamericana, preferentemente cuya raza tenga raíces africanas, latinas o mestizas. ¿Por qué específicamente estamos hablando de colores de piel? Porque, aunque el gobierno del vecino del norte se esfuerce por negar que existe, la segregación y la carencia de oportunidades siguen siendo un tema evidente en el ambiente social de los Estados Unidos. 

 

Este joven que imaginamos, vive en un vecindario al que (aunque no queramos) debemos ponerle la etiqueta de “peligroso”: muchos jóvenes de entre 12 y 15 años deciden abandonar la escuela hartos de un sistema educativo que se esfuerza por mantenerlos ignorantes, y prefieren elegir el camino de la delincuencia. Los oficios más comunes ejercidos en estos barrios son los de traficante de drogas o comerciantes en modestos oficios básicos para cualquier sociedad neoliberal, y por el lado de lo menos legal son pandilleros, clonadores y ladrones de mercancía, ladrones, proxenetas o asesinos a sueldo. Mucho de esto se debe a que sus principales figuras familiares terminan en la cárcel y deben buscar formas de hacer dinero rápido y fácil, además de lidiar con la realidad de tener qué hacerse cargo de una familia de varios integrantes donde la madre jóven encuentra pocas oportunidades de trabajo por el abandono de las clases y por el hecho de que su falta de preparación en la clase de sexualidad la llevó a ser madre a una edad en la que ni siquiera tiene posibilidades de tener una licencia para conducir. Y este es un ciclo que se repite infinitamente… naces en una familia jóven y poco preparada, tu padre va a la cárcel o se desaparece por completo, te haces cargo de la familia en una actividad ilícita, la poca preparación sexual te lleva a ser padre prematuro, haces más actividades ilícitas y terminas como tu padre tras las rejas. Una y otra vez.

 

No estoy diciendo que sea el destino de todos los jóvenes. Pero sí que es el tipo de ambiente en el que vive este joven que imaginamos. La segunda alternativa, ya que estamos descartando por completo una profesión de grado Licenciatura o Maestría, es destacar en los deportes. 

 

Para quien no lo sepa, las universidades “prestigiosas” en Estados Unidos son ridículamente caras. Las condiciones de este jóven no le permiten matricularse por la carencia de dinero que hay en sus casas; pero, como un rayo de esperanza, las universidades en Estados Unidos mayoritariamente destacan por sus programas deportivos en ciertas disciplinas. Esto lo logran, ofreciendo becas a los mejores prospectos del país en sus diversas áreas de especialidad. Les ofrecen una educación universitaria digna, una profesión, y la posibilidad de convertirse en un profesional y acceder a esas cifras que pueden ayudar a su familia y a su comunidad en general.

 

La vida de este jóven no será fácil. Vivirá, respirará, aprenderá, y deberá destacar en una disciplina deportiva para ser tomado en cuenta como una potencial estrella. Miles de niños siguen este sueño porque saben que es la forma en la que pueden apoyar a su familia y darse una mejor vida. Por supuesto que es una enorme carga la que tienen sobre sus hombros la de hacerse cargo de una familia (o dos dependiendo de la edad y promiscuidad). Pero ¿Qué les queda entonces? ¿La cárcel? Su falta de interés en la escuela puede indicar que muy probablemente así será.

 

Entonces, nuestro joven que imaginamos tendrá un régimen de disciplina estricto en cuestión de sus prácticas, sus habilidades, su imágen corporal e incluso su alimentación para destacar entre los cientos de miles de niños que sueñan lo mismo que ellos cuando vieron por primera vez a un Tom Brady, o a un Randy Arozarena, o a un Kobe Bryant. A muy temprana edad, la meta es clara y la responsabilidad que trae consigo es enorme. 

 

¿No se está exigiendo demasiado nuestro joven? Pues si quiere destacar, es lo mínimo. Solo les recuerdo que imaginamos a un jóven de 12 a 15 años… lo demás se pondrá cada vez peor en su camino a ser un profesional.