"La justicia es el pan del pueblo, y cuando falta el pan, la justicia se convierte en derecho de las moscas." Eduardo Galeano.
En el ámbito jurídico, existen una serie de normas no escritas conocidas como principios generales del derecho. Estos principios, a menudo relegados a un segundo plano, deben guiar a los abogados cuando la ley, la norma o la jurisprudencia no ofrecen una solución clara. Sin embargo, la creciente cantidad de criterios judiciales ha desplazado en buena medida estos fundamentos del derecho, lo que nos obliga, como profesionales de esta vocación, a no olvidar su importancia. Todo estudiante o abogado debe tener presente que estos principios son la esencia misma de la práctica jurídica.
Actualmente, el Poder Judicial Federal libra una batalla noble y compleja. Se enfrenta a las reformas constitucionales impulsadas con urgencia por la Cuarta Transformación, que han funcionado como una aplanadora. El reto, sin embargo, ya no radica únicamente en cuestiones técnicas del derecho, sino en elementos prácticos de la vida jurídica. Y es que el abogado, lejos de la imagen glamorosa que a veces se proyecta, es más bien un ser de prácticas rutinarias, repetitivas, casi burocráticas.
Durante mucho tiempo, el abogado fue visto como una figura de respeto, aunque para otros fue objeto de rechazo. La profesión, que antes implicaba grandes desafíos, se ha "abaratado". Hoy en día nos encontramos con abogados sin título y títulos sin abogados, un fenómeno que se agrava con la omisión de aspectos fundamentales en la formación académica. No quiero decir que la carrera de derecho deba cambiar radicalmente, pero es necesario reconocer que hemos permitido que el acceso al derecho siga siendo algo inalcanzable para muchos. El derecho se ha vulgarizado en el buen sentido: no porque sea de mal gusto, sino porque se ha hecho más accesible. Sin embargo, aún queda mucho por hacer para difundirlo de manera adecuada.
La divulgación del derecho ha sido históricamente un tema complicado, casi reservado. El Poder Judicial Federal y los poderes judiciales locales han hecho poco por dar a conocer su relevancia como contrapeso dentro del sistema. En su lugar, las fiscalías han ocupado un lugar predominante en la percepción pública, generando confusión sobre las funciones reales de cada órgano. A pesar de los esfuerzos, el derecho no ha alcanzado a la mayoría de la población de manera clara y accesible. Incluso entre estudiantes de derecho y ciudadanos, persiste la confusión entre términos básicos como "denuncia" y "demanda".
En la práctica profesional, los clientes no siempre buscan justicia, sino castigo. Después de años de injusticias, la percepción es que el derecho está corrompido, es injusto o ha sido convertido en una herramienta del poder. El Poder Judicial ha sido duramente criticado, no tanto por su función, sino por los sueldos que perciben sus integrantes, alejados de la realidad del México cotidiano. La mayoría de los mexicanos no conoce el verdadero rol del Poder Judicial, ni el de las fiscalías, ni sus propios derechos, lo que contribuye a una sensación generalizada de injusticia. En este contexto, la ministra Norma Piña se ha convertido en el rostro visible de una lucha en la que la derrota parece cercana.
Es momento, aunque tal vez no demasiado tarde, de hablar de un nuevo modelo de comunicación jurídica. Debemos simplificar el derecho, socializarlo. Los abogados, estudiantes, maestros y funcionarios públicos debemos asumir la tarea de informar y enfocar la lucha jurídica desde una perspectiva accesible y no despectiva. El derecho debe ser visto como una herramienta de estabilidad social, y es nuestra responsabilidad liderar esta batalla.
A lo largo de la historia, hemos atravesado luchas significativas. Quienes aspiren a cambiar este país y alcanzar sentencias trascendentales deberán encontrar en este nuevo modelo las herramientas para enfrentar un camino complejo, donde el derecho, la política y la ética deben guiar la búsqueda de la justicia. Abogados, jueces, magistrados y usuarios del sistema judicial tendrán que demostrar que, ante la adversidad, los principios generales del derecho prevalecerán, como lo han hecho desde el siglo II a.C.
Finalmente, recordemos un principio fundamental: en todas las cosas, y especialmente en el derecho, debe atenderse a la equidad y al tiempo.