La residencia de Donald Trump en Mar-a-Lago, Florida, ha dado un paso hacia la modernización de su seguridad con la incorporación de perros robots, como parte de un sistema de vigilancia innovador. Estos robots, desarrollados por la empresa Boston Dynamics, están equipados con cámaras y sensores de última generación, lo que les permite patrullar el extenso terreno de la propiedad sin descanso, identificando posibles amenazas.

El despliegue de estos dispositivos responde a una creciente necesidad de incrementar la protección del presidente electo, especialmente después de los intentos de asesinato que sufrió en el año electoral pasado. Los perros robots, identificados con las siglas “USSS” del Servicio Secreto, operan de manera autónoma, realizando rondas de vigilancia y mejorando la seguridad sin poner en riesgo al personal humano. Cada robot lleva un cartel que advierte a los visitantes de Mar-a-Lago sobre su naturaleza operativa.

Según Anthony Guglielmi, jefe de comunicaciones del Servicio Secreto, estos robots están diseñados con tecnología avanzada para proporcionar un nivel de seguridad elevado, aunque no se revelaron detalles sobre sus capacidades específicas. La implementación de estos dispositivos marca un avance en el uso de robots en la seguridad pública, una tendencia que se extiende más allá de la residencia de Trump. Por ejemplo, Nueva York también ha adoptado robots en tareas de patrullaje y búsqueda, mientras que Ucrania los utiliza para misiones de reconocimiento en zonas de conflicto.

La flexibilidad de los perros robots, capaces de moverse en terrenos irregulares y de acceder a espacios reducidos, los convierte en herramientas valiosas para las agencias de seguridad. Este despliegue en Mar-a-Lago es solo el inicio de una posible expansión del uso de estos dispositivos, que podrían desempeñar un papel clave en futuras estrategias de seguridad y respuesta ante emergencias.