El 21 de noviembre, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos impuso sanciones adicionales a más de 40 bancos rusos, incluida la sanción a Gazprombank, el mayor banco de Rusia que aún no estaba sujeto a restricciones. Esta medida, que entrará en pleno efecto el 20 de diciembre, afecta las transacciones relacionadas con la compra de gas ruso en Europa, obligando a los compradores a buscar alternativas sin la participación de bancos rusos.
La reacción inmediata en los mercados de divisas fue una caída significativa del rublo, que perdió un 10% frente al dólar, alcanzando su nivel más bajo desde la invasión de Ucrania en 2022. Aunque el banco central ruso intervino para estabilizar la moneda, el rublo sigue debilitado, cayendo más de un 8% en el último mes.
La caída del rublo añade presión a la economía rusa, que ya enfrenta un presupuesto en déficit debido al aumento del gasto en defensa y seguridad. A pesar de los esfuerzos por mantener la estabilidad con tasas de interés altas (ya en 21% este año), la inflación y los costos de importación continúan afectando a consumidores y empresas. Con un rublo más débil, las exportaciones de petróleo se benefician, pero los precios de los bienes importados, vitales para el aparato bélico, se incrementan, especialmente de China, que se ha convertido en el principal socio comercial de Rusia.
La situación económica se agrava aún más con la alta inflación y la reducción del apoyo gubernamental a través de esquemas de préstamos subsidiados. Las previsiones apuntan a que la economía rusa enfrentará un "aterrizaje forzoso" en 2025, con una desaceleración abrupta del crecimiento tras años de expansión impulsados por la economía de guerra.
Con información de Infobae.