El presidente de Corea del Sur, Yoon Suk Yeol, enfrenta una crisis política sin precedentes luego de que seis partidos de oposición, encabezados por el Partido Democrático (PD), presentaran una moción de destitución en su contra. La medida llega tras la controversial imposición y retirada de la ley marcial, que fue ampliamente rechazada por la población, el Ejército y la Policía.

El Partido Democrático argumenta que la declaración de ley marcial fue ilegal y representa un acto de traición por parte del mandatario, así como de su ministro de Defensa y su ministro de Seguridad, quienes también enfrentan acusaciones formales. El ministro de Defensa ya presentó su renuncia, y una docena de altos funcionarios han abandonado sus cargos, profundizando la inestabilidad gubernamental.

La moción de destitución fue presentada apenas un día después de que Yoon intentara tomar control político directo a través de la controvertida medida, solo para retroceder horas más tarde en medio de una fuerte oposición pública y militar. Según analistas, este intento no solo debilitó su liderazgo interno, sino que también generó tensiones políticas que podrían afectar la estabilidad de la región.

El proceso de juicio político, si se aprueba, podría marcar un momento crucial en la política surcoreana. El PD y los partidos aliados tienen una mayoría significativa en la Asamblea Nacional, lo que podría facilitar el avance de la moción. Sin embargo, la destitución final dependería de la Corte Constitucional, que evaluaría la legalidad y gravedad de los cargos.

Esta agitación política envía un mensaje de incertidumbre a nivel regional, en un contexto donde Corea del Sur juega un papel clave en el equilibrio estratégico del noreste asiático. Mientras tanto, los ciudadanos observan con preocupación cómo la crisis política impacta no solo la gobernabilidad interna, sino también la imagen internacional del país.

La próxima semana será crucial para determinar si Yoon puede mantenerse en el poder o si este episodio marcará el fin de su mandato.