Más de un centenar de personas, en su mayoría ancianos y mujeres, fueron asesinadas en Puerto Príncipe, Haití, como represalia del líder de la banda Viv Ansanm, Monel Félix, conocido como ‘Mikano’. El detonante de la masacre fue la creencia de que la enfermedad de uno de sus hijos fue causada por una maldición impuesta por practicantes de vudú en Wharf Jeremie, un barrio marginal de Cité Soleil.

Según el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, Volker Turk, los asesinatos elevan el total de muertes violentas en Haití este año a 5,000. Turk urgió a la comunidad internacional a frenar el tráfico de armas hacia el país para mitigar las violaciones contra la población civil.

La violencia, que ocurrió entre el viernes y el sábado de la semana pasada, dejó a sus víctimas mutiladas y quemadas en las calles. Estos actos han sido catalogados como una expresión de poder y terror de las pandillas, que han intensificado sus ataques en Haití, paralizando gran parte del país.

Organizaciones como Human Rights Watch han denunciado la ineficacia de las fuerzas internacionales lideradas por Kenia y el deterioro de la situación de seguridad. HRW ha instado al Consejo de Seguridad de la ONU a autorizar una misión basada en los Derechos Humanos para restaurar la paz en Haití. La ONG advierte que los haitianos enfrentan una constante amenaza de asesinatos, secuestros y violaciones, además de la crisis alimentaria y sanitaria que agrava su vulnerabilidad.

A esto se suma la falta de acción del Gobierno de transición, incapaz de restaurar el Estado de derecho, combatir la corrupción u organizar elecciones creíbles. La ONU y la comunidad internacional enfrentan el desafío de responder rápidamente para evitar un colapso aún mayor en el país caribeño.

Con información de Infobae.