La gobernanza es un concepto generalmente desconocido, puesto que es relativamente nuevo en nuestro vocabulario, surgió apenas en los años ochenta, y resulta fundamental para entender las dinámicas sociales contemporáneas. Sin embargo, este concepto es profundamente valioso.
Me gusta explicarlo de la siguiente manera: Si la gobernabilidad se refiere a la capacidad de un gobierno para dirigir y gestionar el territorio y a sus habitantes eficientemente, la gobernanza es la capacidad de los gobernados, es decir, de los ciudadanos, para tomar decisiones sobre la forma en que viven. Es un enfoque que traslada parte del poder de las instituciones hacia las personas, fomentando una interacción más equilibrada entre ambos.
Este modelo de gestión gubernamental se sustenta en cuatro pilares fundamentales e interdependientes: participación, transparencia, rendición de cuentas y equidad. Para que la gobernanza funcione efectivamente, necesita más que las buenas intenciones del gobierno para que la gente participe; requiere de sistemas, herramientas e infraestructura para facilitarle a los ciudadanos el hacerlo.
La transparencia, por ejemplo, es crucial para que como ciudadanía podamos tomar mejores decisiones, ¿Cómo? accediendo a la información. Desde conocer cual es la calidad del aire, saber cómo se mueven las personas en la ciudad, hasta conocer los planes, proyectos y presupuestos públicos de manera simple y accesible. Esta apertura informativa empodera a la ciudadanía para comprender y evaluar las decisiones que se toman en su nombre.
La rendición de cuentas, significa que existen sistemas para que las autoridades cumplan con lo que prometen y poder ver resultados tangibles. Es un compromiso con la eficiencia y la honestidad de fácil seguimiento, donde los funcionarios son responsables ante los ciudadanos por sus acciones y decisiones.
Asimismo, la equidad simplemente asegura que las políticas y acciones no favorezcan a ciertos grupos sobre otros. Y cuando estos tres principios se alinean y existen herramientas, plataformas y presupuestos para que las personas puedan involucrarse activamente en las decisiones que afectan es cuando la participación ciudadana puede ejercerse de manera plena y efectiva.
Si hubiera plataformas de participación de fácil acceso, la información clara, existieran sistemas de seguimiento a lo que se dice que se va a hacer sabiendo que no se favorecerá a unos sobre otros, la ciudadanía se motivaría en gran medida a involucrarse y aportar soluciones.
Entender y promover la gobernanza es fundamental porque nos empodera como ciudadanos a construir los espacios y entornos en los que nos gustaría vivir. Muchas veces, las personas tienen ideas valiosas, pero no saben a quién o a donde recurrir, y si logran ser escuchados, no hay suficiente retroalimentación y mucho menos un seguimiento a las propuestas o iniciativas.
La gobernanza moderna no solo dota a la ciudadanía de herramientas, sino que facilita los medios para que el cambio sea posible y accesible, y con los avances en tecnología en mayor medida. Nos invita a repensar la relación entre gobernantes y gobernados desde un enfoque de corresponsabilidad, para construir ciudades que verdaderamente reflejen las necesidades y la identidad de quienes las habitan.
Fernando Rodríguez Román