Entre 2014 y 2016, un fenómeno extremo conocido como The Blob desató una de las mayores catástrofes ecológicas de la historia reciente en el Pacífico Norte. Esta masa de agua cálida, que abarcó desde el Golfo de Alaska hasta el este del mar de Bering, provocó la muerte de hasta 4 millones de araos comunes (Uria aalge), marcando el mayor evento de mortandad de una sola especie registrado. Los efectos devastadores del fenómeno alteraron profundamente los ecosistemas marinos, dejando una huella permanente en las poblaciones de aves marinas.
El surgimiento de The Blob coincidió con un aumento inusual de la temperatura del agua, lo que afectó drásticamente la cadena alimentaria marina. Los peces y otros organismos que constituyen la base de la dieta de los araos comunes fueron desplazados, dejando a estas aves, especialistas en el buceo para capturar su alimento, incapaces de encontrar suficientes recursos para sobrevivir.
Durante este periodo, las colonias de araos en Alaska experimentaron una disminución alarmante en la reproducción, con las aves dejando de anidar por completo. Según Brie Drummond, bióloga del Refugio Nacional de Vida Silvestre Marítima de Alaska, se reportaron más de 62,000 aves muertas en las playas del Golfo de Alaska, aunque esta cifra representa solo una fracción del total. Los científicos estiman que aproximadamente el 50% de la población de araos comunes de Alaska murió de hambre, un impacto que supera quince veces la mortalidad causada por el derrame de petróleo del Exxon Valdez en 1989.
La tragedia no solo afectó la supervivencia de las aves, sino que también tuvo efectos a largo plazo en su capacidad reproductiva. Siete años después, las colonias monitoreadas aún no muestran signos de recuperación, lo que subraya la gravedad de este evento para las poblaciones de araos. La bióloga Heather Renner, coautora del estudio publicado en Science, señaló que los investigadores esperaban ver signos de recuperación más evidentes en este momento, pero la disminución en el número de aves ha incrementado su vulnerabilidad a depredadores y nuevas crisis ambientales.
Aunque las temperaturas en las aguas del Pacífico Norte volvieron a la normalidad en 2016, las poblaciones de araos comunes siguen sin recuperarse. Este fenómeno pone en evidencia los impactos devastadores de fenómenos climáticos extremos, que están ocurriendo con mayor frecuencia debido al cambio climático. Si bien The Blob no se atribuye exclusivamente a este fenómeno global, subraya la fragilidad de los ecosistemas marinos frente a cambios abruptos en el entorno.
El caso de los araos comunes es un llamado urgente a la acción para mitigar los efectos del cambio climático en los océanos. Los investigadores continúan monitoreando las poblaciones de estas aves y buscan formas de proteger a las sobrevivientes, restaurando su hábitat para garantizar su conservación. La historia de The Blob nos recuerda la importancia de conservar el equilibrio de los ecosistemas marinos y de tomar medidas para prevenir futuras tragedias ecológicas.
El evento The Blob resalta la relación crítica entre los cambios climáticos extremos y la biodiversidad marina, y subraya la necesidad de actuar para proteger los océanos.
Con información de Cerebro Digital.