El saldo de víctimas mortales por el devastador terremoto de magnitud 7.1 que sacudió el Tíbet, cerca del monte Everest, ha ascendido a 95, según reportes oficiales. El sismo, cuyo epicentro se localizó a unos 85 kilómetros de la frontera entre China y Nepal, también dejó al menos 130 personas heridas y provocó daños severos en infraestructura, viviendas y rutas de acceso en la región montañosa.

El presidente de China, Xi Jinping, emitió un llamado urgente a las autoridades y equipos de rescate para intensificar los esfuerzos en la búsqueda de sobrevivientes, priorizando salvar vidas y reduciendo al mínimo el número de víctimas. “Esfuerzos exhaustivos para salvar vidas y minimizar el impacto son esenciales”, enfatizó Xi, al tiempo que instruyó tomar medidas preventivas para evitar posibles desastres secundarios derivados del terremoto, como deslaves o avalanchas.

Equipos de emergencia y rescatistas trabajan contrarreloj en condiciones adversas para localizar a personas atrapadas entre los escombros. La región, conocida por su terreno montañoso y clima extremo, representa un reto logístico significativo, lo que ha llevado a la movilización de personal especializado y la implementación de maquinaria pesada para despejar las áreas más afectadas.

El impacto del sismo ha sido particularmente grave en las localidades cercanas al epicentro, donde comunidades enteras enfrentan cortes de energía, falta de agua potable y escasez de recursos básicos. La Cruz Roja China y otras organizaciones internacionales han activado programas de ayuda humanitaria para atender a los damnificados.

El terremoto también generó preocupación en Nepal y países vecinos, que monitorean el riesgo de réplicas en la región del Himalaya. Mientras tanto, la comunidad internacional ha comenzado a ofrecer apoyo logístico y financiero a China para enfrentar esta crisis humanitaria.