La guerra comercial desatada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, al anunciar nuevos aranceles, ha desatado una ola de indignación en Canadá, que responde con boicots y medidas patrióticas. El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, había señalado la posibilidad de imponer aranceles en represalia, además de instar a los canadienses a vacacionar dentro del país y consumir productos locales. Su llamado ha sido recibido con gran entusiasmo, especialmente entre aquellos que sienten que las políticas de Trump son una afrenta directa a su nación.
En Montreal, Huguette Beaudoin, una mujer de 80 años, expresó su rotundo rechazo a los productos estadounidenses, mostrando su desaprobación al elegir sopa de cebolla solo si provenía de Canadá. Para Beaudoin, como para muchos otros canadienses, comprar productos estadounidenses ya no es una opción, a pesar de las dificultades que ello pueda implicar. La actitud patriótica se ha intensificado en ciudades de todo el país, reflejando un sentimiento generalizado de resistencia frente a las políticas de Trump.
Además del boicot a productos estadounidenses, los aficionados al deporte también han manifestado su enojo durante eventos como partidos de la NBA y la Liga Nacional de Hockey, abucheando el himno nacional de Estados Unidos en señal de protesta. El rechazo ha ido más allá de los productos, extendiéndose a una expresión pública de descontento durante los eventos deportivos.
A pesar de la pausa temporal en los aranceles de 30 días anunciada por Trudeau, los canadienses continúan tomando medidas para contrarrestar los efectos de la guerra comercial, solidificando su compromiso con el consumo local y el fortalecimiento de su identidad patriótica.