Los últimos años han sido caóticos para Ecuador, una nación andina de aproximadamente 18 millones de habitantes que en su momento fue considerada un bastión de estabilidad en la región. La crisis energética ha dejado al país en penumbras debido a cortes de electricidad provocados por una histórica sequía. Además, la violencia relacionada con el narcotráfico ha escalado a niveles alarmantes, con el asesinato de un candidato presidencial, el control de las cárceles por grupos criminales y ataques armados en medios de comunicación en plena transmisión en vivo.

Sin embargo, una encuesta realizada en diciembre por la firma Comunicaliza reveló que más del 50% de los ecuatorianos se muestran optimistas sobre el futuro del país. A pesar de los desafíos, la ciudadanía mantiene la esperanza de que las elecciones presidenciales del domingo marquen un punto de inflexión hacia la estabilidad y el progreso.

El resultado de estos comicios definirá el rumbo del país en un contexto complejo. El actual presidente, Daniel Noboa, quien busca la reelección, ha promovido políticas de liberalización económica como solución a la crisis. Su principal contendiente, la izquierdista Luisa González, propone un enfoque diferente basado en el fortalecimiento del Estado y la protección social.

Quien resulte ganador tendrá que enfrentar desafíos mayúsculos, desde la restauración de la seguridad hasta la recuperación económica, en un Ecuador marcado por la incertidumbre, pero también por la resiliencia de su población.