El anuncio realizado por el presidente Donald Trump ha causado gran incertidumbre en el mercado energético global. A partir del 18 de febrero, Estados Unidos comenzará a aplicar tarifas adicionales sobre el petróleo y gas importados. Aunque Trump no especificó qué países se verían afectados, la medida podría tener un impacto significativo en los principales socios comerciales de Estados Unidos, como Canadá y México, que representan una gran parte de las exportaciones de energía hacia el país.

La decisión de Trump se enmarca dentro de su política proteccionista, que busca reducir la dependencia de Estados Unidos de fuentes de energía extranjeras y fomentar la producción interna. Sin embargo, expertos advierten que la imposición de aranceles podría aumentar los costos de los combustibles, lo que afectaría tanto a los consumidores como a las empresas en el país. Además, podría generar represalias de los países afectados, lo que podría escalar en una guerra comercial energética.

En cuanto a las implicaciones económicas, el impacto de los aranceles en el precio del petróleo y gas es incierto. Los analistas sugieren que si bien podría estimular la producción local en el corto plazo, a largo plazo podría generar distorsiones en los mercados internacionales, afectando tanto a la industria energética estadounidense como a la global. Los inversionistas y gobiernos de los países productores de petróleo estarán atentos a cualquier cambio en la dinámica comercial derivada de esta medida.