Por Redacción Contra Réplica

Bosque de niebla en Veracruz: Solo queda 1% a nivel nacional y la urbanización lo sigue devorando

La mancha urbana, cultivos de papa y desarrollos inmobiliarios han reducido este ecosistema a solo siete "archipiélagos" en Xalapa, amenazando especies únicas y el suministro de agua para la región.

El bosque mesófilo de montaña, también conocido como bosque de niebla, que alguna vez cubrió vastas extensiones de Veracruz, hoy sobrevive en apenas siete núcleos aislados cerca de Xalapa. A nivel nacional, solo persiste el 1% de este ecosistema, y su destrucción avanza debido a la urbanización descontrolada, la expansión de cultivos y el cambio climático.

Aunque el Instituto de Ecología (Inecol) luchó por décadas para proteger estas zonas, en los últimos años ha cedido terreno ante asentamientos irregulares y desarrollos inmobiliarios. El Rancho Guadalupe, parte del área protegida, fue invadido por la colonia El Guayabo, y aunque amparos frenaron temporalmente el avance, nuevas construcciones —algunas con permisos cuestionables— han aparecido en las cumbres de los cerros.

Armando Contreras, director del Inecol, advierte: "Los intereses económicos están primando sobre los ambientales", y critica la falta de una visión sostenible: "Nada se tira, nada se desperdicia, todo está presente… pero hemos olvidado esa filosofía".

La siembra de papa ha arrasado cientos de hectáreas, mientras que los agroquímicos envenenan a anfibios como salamandras y ranas, especies clave para el equilibrio ecológico. También están en riesgo:

  • Zorras grises y cacomixtles (desplazados por la pérdida de hábitat).

  • Aves migratorias (como oropéndolas), que ya no encuentran dónde descansar.

  • Reptiles (lagartijas y falsas coralillo), afectados por la sequía.

El bosque de niebla es vital para la recarga hídrica de Xalapa y Coatepec. Sin embargo, la tala, los arenales explotados y la contaminación por lixiviados amenazan 40% del suministro de agua de la capital veracruzana. Eduardo Aranda, del Movimiento en Defensa del Río Pixquiac, alerta: "Si no lo cuidamos nosotros, nadie lo hará".

Aunque en 2017 se decretó la protección de 420 hectáreas como reserva, el avance de fraccionamientos y cultivos sigue. Santiago Ramírez Barahona, investigador de la UNAM, citado en Science, advierte: "Podríamos perder gran parte de su biodiversidad en décadas".

Mientras, autoridades locales evaden responsabilidades, atribuyendo permisos de construcción a "administraciones pasadas". Para Contreras, la reflexión es más profunda: "La vida es riesgo… no hay garantías de perdurar. Solo nos queda disfrutarla y respetarla mientras podamos".