Tras unas elecciones federales de gran expectación, el Partido Liberal de Canadá, liderado por Mark Carney, logró la victoria, aunque no alcanzó la mayoría absoluta en la Cámara de los Comunes. Esta victoria, que marca el regreso de Carney a la política canadiense tras su salida del Banco de Canadá y del Banco de Inglaterra, responde a la creciente preocupación en el país por la postura comercial de Estados Unidos, especialmente bajo la administración de Donald Trump.
A pesar de no contar con una mayoría total, Carney logró formar un gobierno en minoría, lo que le permitirá avanzar con su agenda política sin un control total del parlamento. En su discurso de victoria, Carney indicó que la relación tradicional entre Canadá y Estados Unidos había llegado a su fin y que el país buscaría ahora fortalecer su soberanía y negociar de manera más independiente.
Este giro nacionalista tiene implicaciones para México, dado que ambos países comparten una relación comercial sólida bajo el Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC). Si bien una postura más independiente de Canadá podría generar más cooperación con México en áreas clave como la tecnología y la energía, también existe la posibilidad de que las tensiones entre Canadá y Estados Unidos afecten las dinámicas comerciales y políticas en la región.
El riesgo es claro: si la relación de Canadá con Estados Unidos se vuelve más tensa, México podría quedar atrapado en medio de una competencia política que podría repercutir en su economía. Sin embargo, también es posible que el acercamiento de Canadá a México en ciertos temas pueda ofrecer oportunidades de colaboración más estrecha, especialmente si las políticas estadounidenses se perciben como un obstáculo para los intereses comunes de los tres países.
Con Carney al mando, será fundamental observar cómo se desarrollan las relaciones trilaterales en los próximos años, ya que sus decisiones tendrán un impacto directo en el futuro político y económico de América del Norte.