Regalar rosas es una tradición milenaria que se asocia con el amor, la belleza y el afecto, no solo entre parejas, sino también hacia madres, hijos y amistades. Sin embargo, uno de los problemas más comunes con estas flores es que se marchitan con rapidez. Para evitarlo, existen diversos cuidados y trucos que pueden ayudarte a conservarlas frescas por más tiempo.
Al cortar una rosa, se interrumpe la conexión con la raíz, impidiendo que reciba nutrientes y minerales. Además, el tallo puede llenarse de burbujas de aire que bloquean la absorción de agua, debilitando los tejidos de la flor. Si a esto se suma la exposición al sol directo, el calor o el contacto con frutas maduras que liberan etileno, su duración se acorta considerablemente.
Para prolongar su vida, se recomienda cortar los tallos en diagonal, bajo el chorro de agua, y retirar las hojas que queden sumergidas. El florero debe llenarse con agua tibia mezclada con alimento para flores y colocarse en un sitio fresco, lejos del sol o fuentes de calor como pantallas. Cambiar el agua cada dos días y lavar el recipiente también es fundamental para evitar la proliferación de bacterias.
Entre los remedios caseros más conocidos está añadir hielo o una aspirina al agua. Mientras el hielo ayuda a frenar el crecimiento bacteriano, la aspirina contiene ácido acetilsalicílico, que reduce la producción de etileno. No obstante, estos trucos deben usarse como complemento, no como sustituto de los cuidados básicos.
Si a pesar de todo una rosa comienza a marchitarse, aún puede revivirse cortando nuevamente el tallo y sumergiéndola en agua tibia por una hora. Y si no es posible salvarla, puedes reutilizarla para hacer popurrí, velas aromáticas o usar los pétalos en un baño relajante. Con estos consejos, tus rosas tendrán una segunda oportunidad de lucir su esplendor.