Kim Kardashian compareció ante el tribunal de París para declarar en el juicio contra los implicados en el violento robo que sufrió en octubre de 2016, mientras se hospedaba en el exclusivo Hotel de No Address durante la Semana de la Moda. Acompañada de su madre, Kris Jenner, la empresaria narró con lágrimas en los ojos la noche en que cinco hombres armados la ataron, amenazaron y despojaron de joyas valuadas en cerca de 10 millones de dólares.

Durante su testimonio, Kardashian detalló que pensó que iba a morir: “Estaba segura de que me iban a violar. Pensé en mi hermana, en que entraría y me vería muerta a tiros”, relató ante los jueces. Entre los objetos robados se encontraba un anillo de compromiso de 18,88 quilates que Kanye West le había regalado, además de piezas Cartier, un collar con diamantes, un Rolex de oro y otras pertenencias de gran valor económico y emocional. Aunque la mayoría no fue recuperada, una cruz con diamantes hallada por un transeúnte fue entregada a la policía.

A casi nueve años del incidente, Kardashian reconoció que el asalto transformó su vida. “No puedo dormir por la noche si no hay entre cuatro y seis guardias de seguridad”, confesó, señalando también que cambió la forma en la que comparte su vida en redes sociales. Pese a todo, dijo haber perdonado a los atacantes: “Eso no borra el trauma ni el hecho de que mi vida cambió para siempre”.

El proceso judicial involucra a diez acusados, varios de ellos integrantes de una organización conocida como “la banda del abuelo”. Uno de ellos, Yunice Abbas, de 72 años, aceptó su implicación y publicó un libro sobre el crimen; otro, Aomar Aït Khedach, considerado líder del grupo, envió desde prisión una carta pidiendo disculpas. El juicio, seguido de cerca por la prensa internacional, podría concluir a finales de mayo.