El presidente Nicolás Maduro reafirmó su poder en Venezuela tras obtener una contundente victoria en las elecciones regionales y legislativas celebradas este domingo, en las que la oposición mayoritaria optó por no participar y llamó a la abstención. Con el 82.68% de los votos nacionales y 23 de 24 gobernaciones, el partido oficialista se consolida con un dominio casi total, mientras el Consejo Nacional Electoral reportó una participación electoral de apenas 42.6%.

Maduro celebró los resultados como un triunfo de la paz y estabilidad, afirmando que “hoy hemos demostrado el poder del chavismo” ante miles de seguidores en Caracas. Sin embargo, la jornada electoral estuvo marcada por la baja afluencia en los centros de votación y la ausencia de los principales líderes opositores, entre ellos María Corina Machado, quien desde la clandestinidad calificó las elecciones como una “gran farsa” y reiteró su llamado a la resistencia.

El proceso estuvo acompañado de fuertes medidas de seguridad, restricciones en fronteras y la detención de al menos 70 opositores acusados de sabotaje electoral. A pesar del boicot, una fracción opositora liderada por Henrique Capriles decidió participar y logró algunos escaños en el Parlamento, defendiendo la postura de que es preferible luchar desde dentro del sistema.

Además, la elección incluyó autoridades para la región en disputa del Esequibo, en la frontera con Guyana, una zona rica en petróleo sobre la cual persiste un conflicto diplomático. Maduro insistió en que tarde o temprano su homólogo guyanés deberá “aceptar la soberanía venezolana” sobre el territorio.

Con esta elección, que inicia un mandato legislativo hasta 2031, el chavismo refuerza su control político, dejando a la oposición fragmentada y sin capacidad real de competir en los espacios de poder.