Kazajistán está emprendiendo una campaña decidida para rescatar y preservar una de sus joyas culturales más singulares: la raza de perro tazi, un lebrel ágil y robusto, históricamente entrenado para el pastoreo nómada y la caza de lobos en las vastas estepas del país. Actualmente, la población de estos perros supera los 3.500 ejemplares, gracias a leyes y programas impulsados por el gobierno y organizaciones civiles.
El tazi, una de las razas caninas más antiguas del mundo, fue oficialmente reconocido en 2024 por la Federación Cinológica Internacional (FCI) como la raza nacional de Kazajistán. La decisión también otorgó al país la autoridad para preservar y definir el estándar de esta especie, que se distingue de otros lebreles por su pelaje medio largo, ondulado y denso.
La importancia cultural del tazi va más allá de su función como perro de trabajo. El presidente kazajo, Kasim-Yomart Tokáyev, posee tres ejemplares de raza pura —Ronnie, Nancy y Nauriz— y en 2023 obsequió dos cachorros al presidente francés Emmanuel Macron. Para las autoridades kazajas, estos perros son embajadores silenciosos de la identidad nacional.
"Desde tiempos inmemoriales, los tazis ayudaron a sus amos a proteger al ganado de los depredadores esteparios", afirmó Abzal Dosiman, director de la Fundación Pública Naiza, dedicada desde hace más de una década a la cría de estos perros.
A diferencia de otros lebreles reconocidos por su velocidad, los tazis destacan por su instinto protector y su capacidad para enfrentarse a lobos, sin ser agresivos con otros animales ni personas. Según Dosiman, esta conducta se cultiva desde temprana edad: “Colocamos piel de lobo cerca de los cachorros para que reconozcan su olor, y a los cuatro meses ya están listos para cazar”.
En las tradiciones antiguas, los tazis eran sometidos a ayunos y solo se les alimentaba tras una cacería, con carne de lobo como recompensa. Aunque hoy ese método puede parecer severo, para los criadores kazajos representa un legado ancestral que forjó la valentía y fidelidad de estos perros.
Con iniciativas legales y culturales en marcha, Kazajistán busca ahora posicionar al tazi no solo como una reliquia viviente del pasado, sino como un emblema moderno de identidad, resiliencia y tradición en el corazón de Asia Central.