El aumento de sustancias nocivas en bebidas, especialmente dirigido a mujeres y minorías sexuales, es un problema global que ha impulsado la creación de Spikeless, una varilla diseñada para detectar la presencia de drogas como ketamina o GHB. Esta herramienta, fabricada con bioplásticos y con un recubrimiento químico sensible en su punta, reacciona con un cambio de color tras unos segundos de agitación en cualquier bebida, ya sea alcohólica o no. Su uso es sencillo y discreto, evitando la necesidad de conocimientos técnicos o alterar el sabor de las bebidas.

Desarrollado por un equipo liderado por el profesor Johan Foster, Spikeless ha superado pruebas en laboratorio y se prepara para entrar en escenarios reales como bares, discotecas y restaurantes. La propuesta busca desplazar la responsabilidad de la detección del consumidor hacia los propios establecimientos, promoviendo ambientes más seguros y confiables. Su bajo costo y facilidad de implementación lo convierten en una opción viable para ampliar la prevención estructural contra el aumento de bebidas.

Expertos en salud pública destacan que las estrategias centradas en la vigilancia individual han resultado insuficientes y que la prevención debe enfocarse en el entorno donde ocurren las agresiones. Por ello, la intención de los creadores es que Spikeless se adopte masivamente en locales y eventos, convirtiéndose en un sello de seguridad que atraiga a clientes preocupados por su bienestar.

La iniciativa también tiene un valor simbólico importante, reforzando un cambio cultural en el que la seguridad colectiva es responsabilidad compartida. Con el apoyo de la comunidad y el interés positivo de los establecimientos, esta innovación podría marcar un antes y un después en la lucha contra las agresiones por alteración de bebidas, sobre todo en fechas de concienciación como el Mes de la Agresión Sexual.