Durante su intervención en la cumbre de la OTAN en La Haya, Donald Trump aseguró que los recientes bombardeos de Estados Unidos contra instalaciones nucleares en Irán fueron “devastadores” y los comparó con los ataques atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki en 1945. Según el exmandatario, ambas acciones “tuvieron un propósito claro: detener una guerra”.
Aunque informes de inteligencia sugieren que la ofensiva apenas retrasará temporalmente el programa atómico iraní, Trump sostuvo que los ataques lograron “destruir completamente” los centros nucleares iraníes, y consideró que eso bastaba para frenar el conflicto. “La misión cumplió su objetivo”, dijo, y acusó a los medios de distorsionar los resultados.
Trump también señaló que su intención no era justificar el uso de armas nucleares, pero insistió en que la operación “Midnight Hammer” perseguía una lógica similar a la de los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial: lograr una capitulación sin una guerra prolongada. “La historia juzgará los hechos, no la retórica”, afirmó ante cuestionamientos de otros líderes.
Las reacciones no se hicieron esperar. Mientras funcionarios de su administración defendieron las declaraciones, el Organismo Internacional de Energía Atómica advirtió que Teherán aún conserva capacidad técnica para reconstruir sus centros afectados. El episodio reavivó el debate en la OTAN sobre el equilibrio entre disuasión militar y diplomacia frente a amenazas estratégicas.