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¿Día de muertos, Sanctorum, Xantolo, “Ngum'au' lje'e”, “Mijkaltonal” o “Ajíb an tsemélom?

“En la vida no cuenta lo que hiciste,

sino lo que dejaste de hacer”.

J.F. Cisneros.

 

 

La Huasteca está de fiesta, así como en muchos lugares de México. Ha llegado una celebración comúnmente conocida como “día de muertos”. Sin embargo, la diversidad cultural impone matices distintos a esta celebración, que en los pueblos originarios es toda una tradición histórica y profundamente vinculada a los ciclos agrícolas regidos por el maíz, gramínea que incluso, aún en distintas regiones del país es sacralizado por darle un origen divino. Estudios recientes abundan en que desde hace más de 10 mil años el ser humano comenzó a experimentar con variedades de una gramínea silvestre llamada “teocintle”, cuyas mazorcas son pequeñas como vainas de chícharos. El maíz es actualmente el único cultivo con presencia en 5 continentes y en todo México, cada mexicano consume promedio 146 kilos al año, principalmente en forma de tortillas.

A partir de los ciclos agrícolas impuestos por el cultivo del maíz es que se define la temporalidad y el calendario en muchas culturas originarias, obviamente determinado por los ciclos solares y lunares. Es así que podríamos señalar que esta tradición es similar al termino del año o el año nuevo. Aunque para los pueblos originarios es dar inicio a un nuevo ciclo agrícola. Cabe mencionar que, dado el proceso de conquista y colonización, este generó un proceso de sincretismo cultural y religioso que redefinió la tradición imponiéndose la sacralización predominante y dejando atrás a las deidades ancestrales comúnmente vinculadas a representar a la naturaleza, la cual fue rigurosamente satanizada. Por ello es que en lugar de reconocer que el 22 de septiembre se presenta astronómicamente el equinoccio en el que el día y la noche están en equilibrio o que el 28 y 29 de septiembre –fecha de inicio de la celebración de término del ciclo agrícola-, recordar que el pueblo náhuatl y muchos otros a su manera realizan las ofrendas de maíz de “Xicomexochitl” (el niño maíz) para agradecer a Tláloc u otras deidades por las lluvias que permitieron la cosecha, o bien; en el caso tenek se honre a “Dhipaak”, el dios maíz que en la mitología de este pueblo originario, nos narra la importancia del maíz de la manera siguiente … Bueno, hubo varios hombres de diferentes creaciones, pero no funcionaron. Entonces el que funcionó es cuando dijo la abuela que tiene que conseguir el maíz, que tiene que hacer la masa. De la masa formó a cuatro seres, o sea dos hombres y dos mujeres. De ahí empezó la carne del hombre. Del olote se formaron los huesos del hombre. De ahí empezó la vida humana, del ser humano, pero de maíz. Entonces los hombres no pueden vivir sin el maíz. Es necesario que siga alimentándose ese mismo cuerpo de maíz. Entonces, nuestro(s) Maam y Muxi’ tienen que mandar el maíz en la Tierra, no pueden vivir los hombres sin el maíz”…). [1]

Pues no, sistemáticamente se pugna por invisibilizar la expresión cultural y sagrada originaria de los pueblos de este continente, como estas expresiones de pensamiento dónde el hombre como especie es producto del alimento sagrado de los dioses, se prefiere insistir en el proceso de asimilación y homogenización a la cultura dominante; por ello los días 28 y 29 de septiembre se impone la celebración a San Miguel Arcángel y San Rafael, mientras los días 31 de octubre, 1 y 2 de noviembre el Sanctorum –la fiesta de todos los santos de la iglesia católica- respectivamente.

La celebración sagrada de los pueblos originarios se folkloriza, intentando negar sus civilizaciones sustituyendo incluso sus vocablos para denominar su celebración. Se tiende a generalizar como “Xantolo”, sin embargo, este vocablo se desprende del latín “sanctorum”. Pero, por ejemplo; los pueblos originarios Xi´ui la celebración no es solo el 1 y 2 de noviembre sino es todo el mes, por lo cual la celebración la denominan como el mes “Ngum'au' lje'e”. En el caso de los tenek se le denomina "ajíb an tsemélom" o “Tsamnek Ajib”, mientras los náhuatl  le denominan “mihcailhuitl”, “mijkaltonal” o “miccailhuitontli” y también la celebración dura prácticamente todo el mes. Así, llenaríamos páginas con respecto a las denominaciones que en el territorio del actual México se le daría a esta celebración por parte de los idiomas de los 68 pueblos originarios y sus 364 variantes dialectales.

Es así que de “…entre la destrucción de la conquista y de la colonia se trató de ocultar el saber antiguo, los saqueadores europeos pretendieron ocultar la medición del tiempo y de los días de acuerdo a las costumbres de las abuelas, de los abuelos, nuestros ancestros resistieron, no cedieron y entre la naturaleza continúan viviendo, pues no se puede ser ajeno a ella. Al tiempo la cuenta de los días cambio de nombres y los símbolos del calendario antiguo eran sustituidos, como los dioses fueron invisibilizados del primer plano visual de los templos. Pero nuestro conocimiento y nuestras deidades prevalecen atrás de los altares.

Se pensó que el olvido reinaría en las mentes de los originarios de estas tierras. No, no llego del todo.  Nuestro vocablo y celebración para honrar al pasado y a los ancestros continua prevaleciendo en la tierra, el cielo, el viento, en las mentes y los tiempos, tanto como el maíz continua siendo el sustento de nuestras humanidades, la tradición no moría, solo se daba un respiro, hemos vuelto.”[2]

 

 

Juan Felipe Cisneros Sánchez.

Observatorio Indígena Mesoamericano.

 

[1] Las aventuras de Dhipaak o dos facetas del sacrificio en la mitología de los teenek (huastecos) Ochoa Ángela.

[2]Águilas serpientes y jaguares”. Juan Felipe Cisneros Sánchez.