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La diputada Gabriela Martínez Lárraga y su tolerancia a la violencia de género

Peca de insensibilidad quien se tapa los oídos y cierra los ojos para no ver ni oír los cada vez más frecuentes casos de agresiones y ataques a periodistas, llegando muchos de estos a asesinatos.

En esa grande lista se cuenta el caso de Ana Dora Cabrero.

Para entender la película completa, la periodista y directora del portal Octopus denunció que el 28 de abril de 2021, mientras se desarrollaban las campañas electorales, el ex candidato a gobernador de la coalición “Sí por San Luis” –PAN, PRI, PRD y PCP--, Octavio Pedroza Gaitán, y el pseudoperiodista Omar Alejandro Niño Pérez realizaron en su contra una serie de expresiones misóginas y discriminatorias en el programa Switch, transmitido vía internet.

A raíz de la denuncia, la periodista llevó un seguimiento puntualmente documentado por medios como Contra Réplica San Luis para documentar la serie de corruptelas y resoluciones ambiguas como fue lo ocurrido el 30 de agosto, cuando magistrados integrantes del Tribunal Electoral estatal determinaron “inexistente” el agravio. Insensibles, con piel de asno, rudo y duro, “sus señorías” Yolanda Pedroza Reyes, Dennise Adriana Porras Guerrero y Rigoberto Garza de Lira consideraron que no existían elementos para afirmar que las expresiones realizadas por el pseudorreportero y avaladas por el excandidato contra Ana Dora hayan sido una conducta de violencia política de género, y que dichas manifestaciones “gravitaron” en relación con su labor.

Vale la pena destacar que Ana Dora no solamente fue ignorada por las dependencias supuestamente encargadas de garantizar su seguridad como periodista y mujer, sino que también siguió recibiendo amenazas, insultos y burlas de parte del periodista potosino de apellido Niño, y que la misma periodista ha documentado en sus redes sociales.

Grave se torna entonces la situación cuando sale a la luz que la presidenta encargada de la comisión de Derechos Humanos en el congreso Gabriela Martínez Lárraga sale posando en fotos con el violentador de mujeres antes mencionado y, además, se atreve a señalar que la periodista y su caso de acoso fue simplemente “utilizada” sabrá usted con que fines. 

¿Qué descaro es suficiente para que Martínez Lárraga se burle y señale de esa forma a una periodista que en todo momento se dirigió a ella con respeto mediante redes y comparecencias? 

 Como era de esperarse, Ana Dora acudió al Congreso potosino en busca de ayuda ante amanezas y, harta de la ineptitud de la diputada diputada Gabriela Martínez Lárraga exigió su destitución de la lesgisladora como presidenta de la Comisión de Derechos Humanos, Igualdad y Género del Congreso del Estado, al considerar que no garantiza imparcialidad ante su denuncia.

Ana Dora Cabrero advierte que la legisladora por el partido Redes Sociales Progresistas no es garantía de imparcialidad pues es cercana a uno de sus agresores, Omar Alejandro Niño Pérez. 

A la demanda de la denunciante se han sumado organizaciones de periodistas y legisladores. Entre estos últimos está el diputado verde Eloy Franklin Sarabia, quien señaló que Martínez Lárraga ha tolerado, olvidando su promesa de combatir la violencia contra la mujer, las agresiones que su esposo, el también excandidato José Luis Romero Calzada, alias Tekmol, suele proferir en sus redes sociales contra mujeres, como fue el caso de la alcaldesa de Ébano, al referirse a ella “con un lenguaje misógino y obsceno”.

El diputado del Verde insiste en que la Junta de Coordinación Política (Jucopo) debe decidir si la legisladora, de extirpe priísta, se mantiene o no como presidenta de la comisión legislativa.

Es de desear que se abra espacio a la razón y, como señala el ya anciano proverbio, “no se reincida en el delito”.