El viaje a pie de más de 225 kilómetros de Igor Pedin, de 61 años, lo ha llevado de ser protagonista de varios relatos en medios internacionales, pero su hazaña, realizada para salir de unas de las ciudades en conflicto en Ucrania tras los ataques de Rusia, lo han llevado a la preocupación por su compañera, su perra Zhu-Zhu, quien ha tenido afectaciones físicas y emocionales por el estresante desplazamiento.
En un relato a The Guardian, quien reveló que el hombre salió de su casa a las 06:00 horas locales del 23 de abril en la calle Tkochenko-Petrenko, cerca del puerto de Mariupol, para emprender la travesía junto con su mascota.
Aunque el viaje en principio estaba contemplado a una distancia de 5 kilómetros, los cuerpos que vio en el piso, los soldados rusos que rondaban las zonas, así como los cráteres, aceros retorcidos y municiones que aún no se detonaban, hicieron que el tramo que había decidido el 20 de abril se extendiera más, llegando hasta la relativa seguridad de la ciudad de Zaporizhzhia, en la misma Ucrania.
Aún con eso, en la última publicación del medio británico que ha seguido su historia, el hombre, un ex cocinero de barcos, afirma que no requiere de asistencia médica, pero sí está preocupado por su perrita.
"Está coja de la pata delantera derecha y no me deja ver qué le pasa. Ella siempre me muerde cuando quiero mirar su pata… Zhu-Zhu ahora reacciona muy mal a los sonidos. Cuando escucha sonidos agudos, constantemente se estremece y salta a un lado", dice el hombre al medio.
Afirma también que Zhu-Zhu, una terrier mestiza de 9 años, "está muy asustada por el sonido de los silbidos. Por ejemplo, cuando pasa un autobús y chirrían los frenos".
Dice que "ella tiene mucho miedo de eso porque este sonido le recuerda el silbido de las bombas que volaron y explotaron entonces en Mariupol. Y luego tuvo miedo del sonido de los aviones militares, que volaron y lanzaron bombas. Así que ella todavía tiene miedo de estos sonidos".
El medio revela la enternecedora imagen del hombre con su mascota en las calles de Ucrania, donde la perrita gime y llora cuando no se percata de la presencia de quien acompañó.
El mismo Igor Pedin recuerda las veces en que tuvo que animar a su compañera para que siguiera el recorrido, sosteniendo además que "periódicamente se sentaba, descansaba y a menudo se lamía las patas doloridas", en un hecho donde revela que las heridas que tenía en esas extremidades por la caminata.
“No puedo imaginar mi vida sin ella. Antes de la evacuación, le prometí sacarla con vida de Mariupol y llegar a nuestro destino final. Le dije en nuestra casa antes de que nos fuéramos, 'Solo ve y canta (como un soldado marchando)', y caminó hacia la puerta. Le prometí que estaría conmigo hasta el final, lo prometí”, dice el hombre, quien recalca en la relación basada en lealtad.
Por Milenio