De nuevo el coronavirus es el centro de las conversaciones actuales, y no por el incremento de contagios que se han disparado en el mes de mayo, sino porque se esperaba que a partir del lunes 18 de mayo, fecha en que comenzaron a reanudarse algunas actividades industriales y de servicios, tras el anuncio del gobierno federal, con el que denominó Plan de la Nueva Normalidad, San Luis Potosí corre el riesgo de desequilibrar el orden de la curva epidemiológica.
El retomar la vida “normal” se está realizando de forma escalonada, debido a que nunca se logró reducir la movilidad ni siquiera al 50%.
Pero ¿qué pasará cuando al volver al trabajo justo cuando la fase 3 está en su punto más alto? Aunque se ha recomendado sanitizar todas las áreas de uso común, escalona los horarios de ingreso en las empresas, respetar la sana distancia y utilizar todo el protocolo de lavado de manos, desinfectar el calzado y utilizar equipo protector como caretas y cubrebocas, es cierto que en la vida cotidiana, este tipo de medidas poco se respetan.
Ya lo dijo el subdirector de Salud Pública, Hugo López-Gatell, es posible que no se regrese a una normalidad como la que teníamos en 2019, acostumbrados, en un país tan cálido como México, a saludar de beso hasta al perro, de abrazarnos entre todos para consolar las penas y para celebrar hasta la mínima alegría y aunque el espacio personal es un privilegio que marcamos con desconocidos, abordar un transporte público en hora pico ahora será más que un reto.
¿Recuerdan la vida después de la pandemia de H1N1 en 2009? En adelante la salud pública no volvió a ser la misma, el uso casi obligado de gel antibacterial se normalizó en escuelas, instituciones públicas, restaurantes y oficinas. Es muy común encontrar tarros de este producto desinfectante en cada mostrador o recepción de muchos sitios. Fue una normalidad adoptada, antes muy pocos utilizaban el gel antibacterial, ahora se comercia en presentaciones de todo tipo, hasta como llavero.
El inicio de una "nueva normalidad" también involucra a los espacios educativos, en las escuelas públicas los salones no tienen menos de 35 alumnos, algunas incluso llegan a los 50 y tantos, por ello no es de extrañar que se haya dejado para el último el regreso a la vida escolar, además, claro está, que el retomar clases aún en fase 3, representaría el mayor de los incrementos en movilidad y con ello el riesgo latente de disparar la curva.
Será en el mes de junio que descubramos si ya era el momento de levantar la cuarentena o si se debió seguir en el aislamiento, aunque la crisis económica se ha encrudecido, sobre todo en los sectores comerciales menos favorecidos y en aquellos que no pudieron conservar un espacio de trabajo por el cierre de empresas pequeñas y comercios.
Hasta el próximo mes seremos testigos de la vida tan distinta de nuestro entorno, muchos, con temor, saldrán a la calle a intentar retomar una vida normal, a trabajar para llevar el sustento a sus familias, para pagar las deudas, para intentar tomar un nuevo aire, dejar la psicosis y enfrentar un nuevo reto, mantenernos saludables, para que cuando esta pandemia llegue a su fin, tener la esperanza volver a abrazar a los seres más queridos.