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El Mirador
Redacción

La Fed reconoció el daño por su lenguaje cantinflesco, pero…

Después de tres años la palabra “transitoria” se vuelve a hacer presente en el lenguaje del banco central.

Durante la semana que pasó dos miembros de la Fed, sin derecho a voto en este año, hicieron algunas declaraciones que en varios sectores pasaron desapercibidas, aunque no en todos. Sobre todo, en Estados Unidos fueron tomadas muy en serio en los mercados, para el mundo también fueron relevantes.

Los miembros de la Fed, Loretta Mester y James Bullard, hablaron sobre la posibilidad de que la Fed suba más sus tasas de interés en este año, consideraron que cuando menos deberán llegar a 5.3 por ciento, es decir, 55 puntos base más respecto al nivel actual. También dijeron que no estaban seguros sobre cuándo deben hacer un alto en la escalada de tasas.

Las cifras reportadas durante la semana no ayudaron demasiado, la inflación al productor y los datos de empleo perfilan una economía sólida, resiliente a las alzas de tasas de interés, lo que redunda en más inflación y en dificultades para la Fed.

Pero hubo una declaración en especial que no tomaron mucho en cuenta los mercados y que es el mea culpa de la Fed sobre la situación actual, sus propios problemas y las complicaciones que tiene el mundo entero.

El miembro de la Fed, James Bullard, reconoció el impacto a la credibilidad de la Fed con su discurso relativo a la palabra “transitoria”, que utilizó por allá de principios del año 2021 y durante todo el primer semestre de ese año cuando se reportaban los primeros indicios de un repunte inflacionario en el mundo entero.

Como recordará, amable lector, en aquellos meses la Fed insistía que los aumentos en la inflación eran transitorios, provocados por la reapertura paulatina de las economías luego del confinamiento total durante gran parte de 2020 debido a la pandemia.

Pero la inflación se mantuvo alta en los meses posteriores al inicio de 2020 y la Fed no cambió su discurso sino hasta el cuarto trimestre de ese año cuando dijo que estaba atenta al desempeño de la inflación.

Sin embargo ni siquiera así fue capaz de reconocer su error; a finales de 2020 fue capaz de decirle al mercado que había malinterpretado la palabra “transitoria”, que no significaba lo que significaba, que no quiso decir lo que quiso decir. Este lenguaje “cantinflesco” como lo conocemos en México, le hizo mucho daño al mercado, a la economía global.

La Fed llegó a decir que la palabra “transitoria” no significaba lo que significaba y que los mercados la habían interpretado mal; el enredo la hizo perder un tiempo muy valioso, cuando reaccionó en marzo de 2022 estaba ya en marcha una escalada de precios que tuvo su clímax en junio del año pasado cuando llegó a 9.1 por ciento anual en la mayor economía del planeta, es decir 4.55 veces más que su objetivo anual de 2 por ciento. Un nivel no visto en más de 40 años, desde el año 1981 para ser exactos.

La lucha contra la inflación que inició a partir de 2022 desvaneció o dejó de lado el enorme error que cometió la Fed, un error histórico con su lenguaje cantinflesco, como le decimos en México a esa forma de hablar, de decirlo que no se dice, de decir nada y decir mucho, etcétera.

La Fed evitó más daños, es cierto, pero sin duda lo que hoy vivimos pudo evitarse con una Fed menos pragmática, más enfocada en los sentimientos de los mercados, pero la Fed escuchó tarde y solamente hizo algo cuando las evidencias eran contundentes. Quizás no quiso mandar señales o realizar acciones equivocadas, pero el costo para el mundo ha sido enorme.

La Fed ha reconocido el daño a su credibilidad con la frase “transitoria” que utilizó hace tres años para definir lo que pasaba, pero sigue sin reconocer todo el impacto que ese daño a su credibilidad tuvo en el resto del mundo.