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El Mirador
Redacción

La Revolución Omitida: El Génesis del Feminismo Moderno

La “Declaración de los derechos del hombre y el ciudadano” de 1789 es más que un simple documento: es el inicio de un nuevo paradigma y, paradójicamente, de una lucha que perdura.

 

 

Érase una vez... Una frase que suele aludir al inicio de cuentos atemporales, pero hoy me permitiré usarla para hablar de un presente que encuentra sus raíces en un pasado revolucionario. El 26 de agosto de 1789, Francia, sumida en un hervidero de ideas y pasiones, promulga "La declaración de los derechos del hombre y del ciudadano", esencia de lo que más tarde, en 1948, sería la Declaración de los Derechos Humanos. Un documento que proclamaba derechos "naturales e imprescriptibles" como la libertad, la propiedad, y, sorprendentemente, la resistencia a la opresión. Pero en su aparente perfección y avance, ocultaba una omisión: las mujeres.

 

Sí, ese majestuoso documento que proclamaba que "La libertad consiste en poder hacer todo lo que no perjudique a los demás" y que establecía el derecho de los ciudadanos a participar en la creación de leyes y a ocupar cargos públicos, no incluía a las mujeres. ¿Por qué? ¿Acaso las mujeres no eran ciudadanas? ¿No merecían igualdad de derechos? Es aquí donde empieza una lucha, una que nos acompaña hasta hoy. El inicio del feminismo moderno como movimiento social.

 

No nos tomó mucho tiempo reaccionar. En 1791, la escritora francesa Olympia de Gouges, en un acto de valentía y genialidad, publicó "Declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana", donde, replicando al documento original, incorpora a las mujeres. Puede que haya sido la réplica de un documento, pero era el inicio de una revolución.

 

Este momento crítico en la historia del feminismo no fue simplemente una respuesta temporal o pasajera. No fue solo una declaración, fue la ignición. Encendió un fuego que aún hoy, más de dos siglos después, continúa ardiendo en nuestros corazones y en nuestras luchas.

 

Finalizaré, entonces, no con un 'Y vivieron felices para siempre', sino con una promesa y una certeza: érase una vez que las mujeres decidieron no solo señalar, sino cambiar el curso de la historia. Ese impulso inicial se ha convertido en innumerables caminos, que con tenacidad y pasión, seguimos recorriendo. Porque lo que una vez fue silencio, ahora es un rugido que retumba en cada rincón del mundo.