En el ojo del huracán de la década de los 60, un trágico evento sacudió los cimientos de México: la matanza de Tlatelolco. La historia arranca con un conflicto estudiantil en el corazón de Ciudad de México, y el desmedido uso de la fuerza por parte del Cuerpo de Granaderos para contenerlo el 23 de julio de 1968, dejando en evidencia la brutalidad y el autoritarismo del régimen de entonces.

Este hecho fue el preludio de un creciente movimiento estudiantil, que alzaba su voz contra la violencia policial y el régimen autoritario. La UNAM, el IPN y varias universidades declararon huelga, sumándose distintos sectores de la sociedad en un clamor conjunto por derechos y libertades. Las movilizaciones se intensificaron, culminando el 2 de octubre con una masacre en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, que dejó un saldo aún incierto de muertos y heridos, y cambió para siempre a México, dejando una huella de rebeldía y transformación social y política.

En el contexto internacional, este movimiento resuena con las protestas estudiantiles y sociales que ocurrían en diferentes partes del mundo, como Francia y Estados Unidos, reflejando el espíritu reivindicativo y transformador de la época.

Sin embargo, se veía a los estudiantes como una amenaza comunista, en un año donde México era sede de los Juegos Olímpicos. Los ojos del mundo estaban puestos en el país, y el gobierno, lejos de dialogar, optó por la represión brutal para silenciar las voces disidentes, en una decisión que marcaría su historia.

A más de cincuenta años de la tragedia, el recuerdo del 2 de octubre permanece vivo como símbolo de lucha y resistencia, en una nación que sigue buscando su camino hacia la verdad, la justicia y la reconciliación. Y así, cada año, el eco de Tlatelolco resuena como recordatorio de los ideales y sacrificios de aquellos que se atrevieron a soñar con un México diferente.