titulo_columna

Voluntad

"Se requiere mucha voluntad para luchar por lo que se ama, pero, se requiere aún más para ponerle fin a aquello que nos hace daño".

 

Al escribir esta frase me hace cuestionarme una y otra vez: ¿por qué solemos disfrazar el autoengaño de esperanza?, ¿por qué nos es tan difícil aceptar lo que está muerto?

 

Solemos caer en la desesperación de darle esperanzadamente vida a aquello que está acabando con nosotros mismos. Pareciera que estamos tan invadidos por la frase "no desistas", que ponerle fin a lo que nos daña, no es opción. Y así es como empezamos a romantizar el dolor y el sufrimiento de tal manera en la que, sin darnos cuenta, nos convertimos en parte del mismo daño. El riesgo de quedarnos en los lugares donde ya acabó todo es que comenzamos a consumirnos a nosotros mismos. Y es que, de alguna manera, nos engañamos creyendo que la hierba mala en algún momento se convertirá en un árbol que dará frutos, pero no es así, la hierba mala nunca será un árbol, y no por ser verde le dará vida al jardín de nuestra vida, al contrario, la hierba mala consume los nutrientes de todo lo que le rodea.

 

Así que, definitivamente, se requiere mucha voluntad para ponerle fin a aquello que nos hace daño, para comprender que es mejor un jardín vacío que un jardín cubierto por la mala hierba. Pero también hay que ser lo suficientemente valientes para atrevernos a entregarle a la muerte lo que está muerto, lo que está consumiendo con nuestra vida. Hay que ser lo suficientemente valientes para tolerar el vacío que deja aquello que nos causa daño.

 

Ante todo esto, sería bueno cuestionarnos: ¿En dónde están puestas nuestras esperanzas? Porque una esperanza mal depositada puede ser el alimento perfecto de aquello que consume con nuestra existencia.

 

Por, Elizabeth Mercado.

Terapeuta Existencial. 

Autora de Jaula Mental, decorar la jaula no te hace libre (disponible en Amazon)

Ig: elizabeth.mdo