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La muerte

En la vida, la muerte es como una compañera silenciosa que da forma a nuestro camino. Como terapeuta, entiendo que pensar en la muerte no es algo triste, sino una oportunidad para vivir con más significado.
 
Todos los años, pasamos por el día de nuestra muerte, sin saber cuál es. Vivimos la vida como si la muerte fuera el enemigo del cual tenemos que escondernos o incluso huir. Siempre me ha parecido que vivir significa darle regalos a la muerte, y es que es gracias a ella, por lo que existe el movimiento continuo. Pero estamos tan enamorados de intentar perpetuar todo hasta la eternidad que pensar en la muerte me agobia. No tiene sentido temerle a la muerte. Podríamos verla como una parte natural de la vida, algo que le da movimiento y sentido. 
 
A veces, cuando pregunto a la gente cómo se imagina la muerte, sus respuestas suelen ser: "como un esqueleto";. Y es ahí donde descubro que olvidamos que ese esqueleto es el sostén de nuestra existencia, e incluso algo que todos compartimos en lo más profundo. La muerte es la raíz de nuestra propia existencia, el punto de partida de cada uno de nosotros.
 
Pensar en que la vida es finita podría ser una invitación a motivarnos a valorar más nuestra finita existencia, a valorar cada momento, y ser auténticos en todo lo que podamos llegar a hacer. Esta conciencia puede cambiar profundamente la forma en que vivimos. Nos invita a buscar la belleza en lo cotidiano y a cultivar relaciones genuinas y significativas.
 
Sé que la muerte es inevitable, pero esto me hace reflexionar sobre lo que realmente importa. ¿Qué legado quiero dejar? ¿Qué valores quiero transmitir? Nos anima a buscar un propósito más profundo y a dedicar tiempo a lo que realmente nos importa.
 
Y aunque la muerte parece limitarnos, podrías comprender que también nos libera de preocupaciones triviales y nos anima a perseguir nuestros sueños con más determinación. Nos recuerda que el tiempo es un recurso valioso y nos impulsa a buscar lo que nos apasiona.

Al final, la muerte no es el enemigo, sino el recordatorio constante de que un día habrá un cierre de nuestra historia. Al aceptar nuestra mortalidad, encontramos la clave para vivir una vida auténtica y plena. Nos da el poder de vivir con gratitud y apreciar cada momento, sabiendo que estamos escribiendo nuestra propia historia en este baile eterno de la vida y la muerte.

 
Por, Elizabeth Mercado.
Terapeuta Existencial. 
Autora de Jaula Mental, decorar la jaula no te hace libre (disponible en Amazon)
Ig: elizabeth.mdo