Imagina que estás a punto de comenzar tu viaje en este mundo. ¿Qué experiencias humanas te gustaría vivir? Esta fue la pregunta que planteé a un grupo de personas, pidiéndoles que imaginaran su vida llegando a su fin y que se encontraran con alguien a punto de embarcarse en su propio viaje terrestre. Sus respuestas fueron reveladoras: "comer un helado", "asistir a un concierto", "escalar una montaña", "enamorarse profundamente", "visitar un parque de diversiones". Sin embargo, hubo una respuesta que resonó especialmente en mí: "comer un mango". Esta sencilla sugerencia resume la esencia de las experiencias humanas que realmente nos llenan de vida.
Es fascinante cómo las recomendaciones que surgen de nuestra reflexión no son grandiosas ni ostentosas. Nadie mencionó la adquisición de materiales de lujo o la conformidad con ciertas expectativas sociales. Parece que, en lo más profundo de nuestro ser, reconocemos que son las cosas simples, como presenciar un atardecer, adoptar a un perro, oler la lluvia, las que nos humanizan y nos conectan unos con otros.
Vivir puede ser verdaderamente difícil, pero al profundizar con lo que este planeta tiene para ofrecer, transformamos nuestro viaje en una extraordinaria aventura. Al abrir nuestros sentidos y permitirnos sentir plenamente, creamos experiencias inolvidables que nutren nuestra alma.
Entonces, ¿qué experiencia humana le recomendaría a alguien que está a punto de comenzar su travesía en este paraíso? Porque a mí me hablaron de enamorarse en lugar de casarse, de disfrutar de un plato de cereal mientras ves la televisión en lugar de cenar en un restaurante elegante, de abrazar el desafío, de escalar una montaña en lugar de un ascenso en el ámbito laboral. Me hablaron de ayudar a los demás en lugar de competir y de lanzarse en paracaídas en lugar de quedarse estático. Incluso me hablaron de reír hasta que duela el estómago en lugar de mantener una seriedad excesiva y refinada.
Reflexionar sobre las experiencias que recomendaríamos a alguien que nunca ha habitado este planeta puede hacer que nos cuestionemos si estamos viviendo lo que realmente deseamos experimentar. Así, nos queda la última pregunta rondando en nuestros pensamientos: ¿Qué experiencia nos gustaría vivir mientras somos un humano en este paraíso?
Por, Elizabeth Mercado.
Terapeuta Existencial.
Autora de Jaula Mental, decorar la jaula no te hace libre (disponible en Amazon)
Ig: elizabeth.mdo