Hoy quiero compartir una reflexión sobre algo que todos experimentamos en algún momento: la incomodidad. Y si, aunque suene un poco extraño, atrevernos a incomodarnos en el presente, puede ser la llave para vivir de manera más cómoda en el futuro cercano. Les contaré una experiencia personal que me llevó a pensar en todo esto.
Anoche, en plena madrugada, desperté con la sensación de que mi garganta se estaba cerrando debido a una enfermedad. Ante esta situación, me encontré con dos opciones: quedarme cómodamente en la cama y esperar a que alguien viniera a mi rescate, o enfrentar la incomodidad de levantarme, ir a la farmacia y comprar lo necesario para sentirme mejor. Opté por la segunda opción, y aunque significó salir de mi zona de confort, amanecí mejor de lo que esperaba.
Esta pequeña experiencia me hizo reflexionar sobre cómo muchas veces evitamos la incomodidad por miedo a sufrir un poco más de lo que ya estamos sufriendo. Sin embargo, al evitar esa incomodidad, a menudo terminamos enfrentando consecuencias peores para nuestro bienestar.
La vida nos presenta dos tipos de sufrimientos: el necesario para mejorar y el innecesario que solo empeora las cosas. Es como elegir entre dificultades: tener salud puede ser difícil, pero también lo es no tenerla. Avanzar profesionalmente puede ser un desafío, pero quedarse estancado también tiene sus complicaciones. La pregunta es: ¿Qué dificultad estamos dispuestos a elegir en nuestra vida?
Elegir el sufrimiento puede ser una clave fundamental para definir qué queremos experimentar en nuestro existir. En lugar de temerle al sufrimiento necesario, podríamos abrazarlo como una oportunidad para crecer, aprender y alcanzar una vida más plena.
Ahora, expandamos un poco más esta idea. A menudo, nos aferramos a la comodidad actual porque es conocida y predecible, aunque sabemos que no nos lleva a donde realmente queremos estar. Nos da miedo dar ese paso incómodo, ya sea en una relación, en el trabajo o en nuestra propia salud.
La incomodidad, sin embargo, actúa como un catalizador para el cambio. Es como un recordatorio de que la vida está llena de oportunidades para aprender, evolucionar y vivir de manera más auténtica. Aquello que nos hace sentir incómodos hoy puede ser el trampolín que nos lleve a un lugar mucho mejor mañana.
Así que, la próxima vez que nos encontremos ante la opción de quedarnos cómodos en la situación actual o enfrentar la incomodidad en busca de una solución, recordemos que el crecimiento y la mejora a menudo requieren un pequeño porcentaje extra de sufrimiento. Al atrevernos a incomodarnos hoy, estamos sembrando las semillas para cosechar una vida más cómoda y satisfactoria en el futuro.
Entonces, ¿qué dificultad estás dispuesto a vivir? Recuerda, a veces, la incomodidad es el camino hacia la comodidad que realmente buscamos.
Elizabeth Mercado.
Terapeuta Existencial.
Autora de Jaula Mental, decorar la jaula no te hace libre (disponible en Amazon)
Ig: elizabeth.mdo