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Recuperación de la voluntad: de la obediencia a la disciplina.

Desde el momento en que venimos al mundo, nos enfrentamos a un proceso de socialización que moldea nuestra voluntad desde sus primeros susurros. Nuestros padres, con la mejor de las intenciones, comienzan a influir en nuestras decisiones, guiándonos por senderos que consideran seguros y adecuados. Así, sin apenas percatarnos, comenzamos a ceder nuestra voluntad a manos ajenas, en un acto de confianza y dependencia natural.

 

La familia, como la primera institución social con la que interactuamos, desempeña un papel crucial en la formación de nuestra voluntad. Desde la infancia, aprendemos a ajustarnos a las normas y expectativas familiares, sacrificando en ocasiones nuestros propios deseos en aras de la armonía y el afecto. En este proceso, es común que nuestros padres ejerzan una influencia decisiva, modelando nuestras preferencias y valores a su imagen y semejanza.

 

Sin embargo, la influencia de nuestros padres es solo el primer capítulo de una historia que se extiende a lo largo de toda nuestra vida. A medida que crecemos, otras instituciones, como la escuela o la sociedad en su conjunto, asumen el relevo en la tarea de "robar" nuestra voluntad. El sistema educativo, por ejemplo, nos introduce en un marco de reglas y procedimientos que condicionan nuestra forma de pensar y actuar. La obediencia se convierte en moneda corriente, mientras la voluntad propia queda relegada a un segundo plano.

 

Es en este contexto que la paradoja de la voluntad se revela en toda su magnitud. Nos encontramos atrapados entre el deseo de autonomía y la presión constante de ajustarnos a las expectativas externas. Cada decisión parece estar condicionada por fuerzas que escapan a nuestro control, dejándonos con una sensación de impotencia e insatisfacción. Sin embargo, la verdadera liberación solo llega cuando nos atrevemos a desafiar estas fuerzas y reclamar nuestra voluntad perdida.

 

La recuperación de la voluntad implica un acto de rebeldía consciente, un rompimiento con los patrones establecidos y una reafirmación de nuestra individualidad. Es un proceso gradual que requiere valentía y determinación, pero que al mismo tiempo nos brinda una sensación de empoderamiento y libertad. En este sentido, la disciplina emerge como el puente que nos conduce desde la obediencia hacia la plenitud de la voluntad.

 

La disciplina, entendida no como imposición externa sino como autodominio y autorregulación, se convierte en nuestra aliada en esta travesía. Nos ayuda a cultivar la fuerza de voluntad necesaria para resistir las presiones externas y seguir nuestro propio camino. A través de la disciplina, aprendemos a establecer metas claras, a mantener el enfoque en nuestras prioridades y a perseverar ante los obstáculos que se interponen en nuestro camino.

 

Es importante destacar que la disciplina no implica renunciar a la autonomía o someterse ciegamente a nuevas reglas y restricciones. Más bien, se trata de un proceso de autorregulación consciente, en el que ejercemos nuestro poder de elección de manera deliberada y responsable. En lugar de obedecer pasivamente, nos convertimos en arquitectos de nuestro propio destino, forjando nuestro camino con determinación y convicción.

 

Como psicoterapeutas existenciales, acompañamos a nuestros pacientes en este viaje de autodescubrimiento y empoderamiento. Les ayudamos a explorar las barreras internas y externas que obstaculizan su voluntad, fomentando la autoconciencia y el desarrollo de estrategias efectivas de afrontamiento. Les recordamos que la verdadera libertad no reside en la ausencia de restricciones externas, sino en la capacidad de superar las limitaciones internas y vivir de acuerdo con nuestros valores más profundos.

 

En conclusión, la recuperación de la voluntad es un proceso transformador que nos invita a liberarnos de las cadenas de la obediencia y abrazar el poder de la disciplina. Solo cuando nos atrevemos a desafiar las fuerzas que intentan dominarnos, podemos alcanzar la plenitud de nuestra existencia y vivir con autenticidad y propósito.

Por, Elizabeth Mercado.

Terapeuta Existencial.

Autora de Jaula Mental, decorar la jaula no te hace libre (disponible en Amazon)

Ig: elizabeth.mdo