titulo_columna
Elizabeth Mercado
Diálogo existencial

La valentía de enfrentar nuestras verdades.

"Se puede conocer el carácter de un hombre por la verdad que es capaz de tolerar", solía decir Friedrich Nietzsche, invitando al ser humano a adentrarse en las profundidades de su propia alma y confrontar las verdades más íntimas. Esta frase, cargada de significado, nos ínsita a reflexionar sobre la autenticidad de nuestras acciones y nos recuerda el poder transformador de la honestidad personal.

 

Cuando una persona se adentra en el camino de la verdad, da inicio a un proceso de deconstrucción interior. Todas aquellas estructuras y creencias que fueron edificadas sobre el cimiento del autoengaño comienzan a tambalearse, revelando la fragilidad de nuestras ilusiones y la profundidad de nuestra dualidad.

 

Tomemos por ejemplo las relaciones humanas, uno de los terrenos más fértiles para la exploración de nuestras verdades más profundas. A menudo nos aferramos a una pareja por miedo a la soledad, por temor a enfrentar nuestra propia incomodidad o por la simple ilusión de seguridad que nos brinda la familiaridad. Sin embargo, una vez que somos capaces de reconocer esta verdad incómoda, la relación se tambalea. Es difícil sostener algo que sabemos profundamente que no queremos o que nos estamos engañando a nosotros mismos al mantenerlo.

 

Nietzsche nos invita a reflexionar sobre el concepto de "carácter", entendido como la capacidad de una persona para sostener su propia verdad. Esta es una empresa que requiere una valentía excepcional, ya que implica mirar de frente a nuestras sombras y aceptarlas como parte integral de nuestra existencia. Todos tenemos una "luz y sombra" interna, y la valentía de aceptar y tolerar nuestra sombra es un acto supremo de autoconocimiento y madurez.

 

El autoengaño, por otro lado, es uno de los actos más cobardes que podemos cometer. Huir de nosotros mismos, negar nuestras debilidades o aferrarnos a una versión idealizada de nosotros mismos solo nos condena a vivir en la superficie de nuestra existencia, lejos de la autenticidad y la plenitud.

 

Aceptar nuestras verdades más profundas es el primer paso hacia la liberación personal. La verdad, aunque a veces dolorosa, nos libera de las cadenas del autoengaño y nos permite crecer y evolucionar como seres humanos. Sin embargo, este mismo proceso de autodescubrimiento también amenaza con destruir lo que la mentira o el engaño construyeron, desafiándonos a reconstruir nuestras vidas sobre cimientos más sólidos y auténticos.

 

El viaje hacia la autenticidad es un camino arduo y a menudo doloroso, pero también es el camino hacia la verdadera plenitud y realización personal. Al enfrentarnos a nuestras verdades más profundas, nos convertimos en seres más completos y verdaderamente humanos, capaces de vivir una vida más auténtica y significativa.

 

En última instancia, la valentía de enfrentar nuestras verdades nos lleva a un estado de libertad interior, donde podemos vivir en armonía con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea. Nos permite abrazar nuestra humanidad en toda su complejidad y nos invita a celebrar la belleza de nuestra autenticidad, sin miedo ni reservas. En un mundo lleno de ilusiones y falsas apariencias, la valentía de ser uno mismo es el mayor acto de rebelión y la más alta expresión de libertad.

 

Por, Elizabeth Mercado.

Terapeuta Existencial.

Autora de Jaula Mental, decorar la jaula no te hace libre (disponible en Amazon)

Ig: elizabeth.mdo