Tenemos la experiencia de que, al terminar las campañas, las promesas generalmente se esfuman, dejándonos un mal sabor de boca de expectativas incumplidas. Sin embargo, en este momento, la urgencia de afrontar nuestros problemas como ciudadanía y la búsqueda de elevar nuestra calidad de vida, nos hace ver que participar va más allá de votar, y que tiene que ver con generar conciencia de la situación que nos afecta, organizarnos y actuar al respecto.
En esta dinámica de compromiso activo, hay que entender que también los compromisos que ya cargan nuestros aspirantes políticos pueden obstaculizar una gestión pública transparente y enfocada a la ciudadanía y sus problemas reales. Es por eso que como ciudadanos debemos tener esos problemas bien identificados, y aquí algunos de los que considero que más afligen a nuestra ciudad: la precariedad en el servicio del agua, el desafío de alcanzar una movilidad urbana segura, eficiente, accesible y sostenible, así como la necesidad de fortalecer la participación de la ciudadanía en la gobernanza.
Sobre el Agua, la dependencia de las pipas por una mala gestión del Realito como una solución temporal que se ha alargado y convertido en un “negocio exitoso” para algunos, ha puesto de manifiesto la necesidad voltear a ver una estrategia sostenible y de largo plazo que priorice la inversión en infraestructura hídrica, el mantenimiento y la utilización de tecnologías para detectar la reparación de fugas y optimizar el uso del agua. La gestión de presas locales como la del Tanque Tenorio, las escuelas de lluvia y su captación, o la modernización de plantas de tratamiento deben ser parte de una estrategia integral que atienda la demanda actual y futura.
Sobre la Movilidad, hay que ir más allá de las soluciones populares como ciclovías o puentes viales y mirar la creación de institutos sólidos en Movilidad con un enfoque sostenible, eficiente, accesible, seguro e inclusivo, que va más allá del “tránsito vehicular” o la “infraestructura vial”, por un enfoque que prioriza la jerarquía de la pirámide de movilidad expuesta en la ya no tan recientemente publicada “Ley General de Movilidad y Seguridad Vial” (LGMSV) y la “Estrategia Nacional de Movilidad y Seguridad Vial” (ENAMOV), tratados excelentes que promueven la instalación de un Observatorio de Movilidad que monitoree la Seguridad Vial y los recorridos, que se genere un Atlas de riesgo y con ello un Banco de proyectos muy de la mano de la Dirección de Movilidad bien estructurada en conjunto con un IMPLAN sólido cercano a la ciudadanía y sus demandas.
Sobre la Gobernanza, la experiencia nos ha mostrado que no basta con políticos prometiendo apoyo, es necesario implementar mecanismos, recursos y herramientas que aseguren la transparencia, rendición de cuentas, equidad y la tan importante participación ciudadana para ejercer una democracia directa. Ejemplos como el programa "Decide San Pedro” que a través de un presupuesto participativo de $150 MDP junto con una plataforma que permite a sus ciudadanos proponer, comentar y votar por las propuestas que la misma ciudadanía publica; así como la posibilidad de revisar abiertamente los procesos normativos que se están actualizando. También es fundamental el fortalecimiento de los consejos ciudadanos a través de la designación de coordinadores al servicio del consejo dentro de ellos que aseguren su gestión, funcionamiento y la difusión de las iniciativas que ahí surgen, puesto que las propuestas sin recurso, son discurso.
Es hora de que, como ciudadanos de San Luis Potosí, tomemos un rol activo en la definición de nuestro futuro. No solo a través del voto, sino participando continuamente en las discusiones y decisiones que afectan nuestra vida cotidiana. Es momento de demandar un gobierno que escuche, dialogue y rinda cuentas con transparencia y eficiencia. Un gobierno que entienda que la verdadera transformación de San Luis Potosí reside en su capacidad para integrar a los ciudadanos interesados en el proceso de la construcción de una ciudad más justa, sostenible y habitable, en estos y otros temas.
