Cuando era pequeña, mis únicos recuerdos relacionados con la literatura involucraban a mi papá y sus novelas vaqueras, además del libro que mi hermano mayor me regaló siendo yo apenas una bebé: "Julia y el león". Más allá de eso, no recuerdo haber escuchado mucho sobre literatura en mi San Luis Potosí, excepto tal vez por la librería Española, donde mi madre compraba mis libros escolares. A medida que crecía, empecé a oír hablar de la feria del libro, que se celebraba cada abril en el patio central de la Universidad Autónoma de SLP, pero nunca asistí. El evento no era muy conocido y atraía poco público.
Todo cambió en 2018, cuando a los 20 años de edad, visité la feria por primera vez. Me llevé una grata sorpresa: stands repletos de libros, música en vivo, representaciones teatrales; en resumen, todo lo que me apasionaba estaba allí. Desde entonces, espero con ansias este evento cada año. Este año comienza el 24 de mayo y me alegra enormemente ver cómo ha crecido. Cada vez más gente la conoce, vienen grandes expositores y autores (Toño Malpica y Trino este año) llegan turistas y, sobre todo, la comunidad lectora de San Luis Potosí se fortalece y une más.
En mi opinión, México necesita más ferias de libro. Aunque tenemos una muy importante, como es la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, una de las más grandes del mundo, insisto en que debemos tener más. La semana pasada hablábamos de cómo en México cada vez menos personas leen. Las ferias de libros fomentan el hábito de la lectura al ofrecer un espacio dedicado a los materiales donde las personas pueden explorar diferentes géneros y títulos. Es posible acercarse a mediadores de lectura, escuchar lecturas en voz alta, interpretaciones de obras o recibir ayuda de los vendedores para buscar libros de acuerdo con diferentes perfiles.
Las ferias de libros son un poderoso estímulo para el fomento de la literatura y la formación de nuevos lectores. Qué mejor que decir que San Luis Potosí lee. Te invito a que la visites y te sorprendas, tal como me ocurrió a mí, Valeria, en mi primera visita.