Por Redacción Contra Réplica

Brecha de género en el bienestar: las mujeres reportan mayor malestar emocional a pesar de avances sociales

Un estudio publicado en Science Advances revela que las mujeres enfrentan mayores niveles de depresión y ansiedad, aunque en algunos países reportan mayor satisfacción vital.

A pesar de los avances en igualdad de género en las últimas décadas, las mujeres continúan enfrentando una brecha de bienestar que afecta su salud mental y emocional. Un estudio publicado este miércoles en la revista Science Advances analiza las paradojas que rodean esta desigualdad, destacando que las mujeres reportan mayores niveles de depresión, ansiedad y dolor crónico, aunque en algunos contextos también expresan mayor satisfacción vital que los hombres.

La investigación, liderada por Caspar Kaiser de la Universidad de Oxford, explora dos contradicciones principales: por qué las mujeres, a pesar de su peor salud mental, a menudo reportan mayor felicidad, y cómo es posible que, a pesar de los avances sociales y económicos, su bienestar relativo haya disminuido en comparación con el de los hombres.

Brecha en salud mental y física
El estudio confirma que las mujeres experimentan “sistemáticamente” peores resultados en salud mental, con mayores niveles de depresión, irritabilidad y ansiedad. Esta tendencia se observa a nivel global, especialmente en América Latina y Europa Occidental. Además, las mujeres son más propensas a sufrir dolor crónico y tienen una mayor sensibilidad al dolor.

Los autores atribuyen esta brecha a una combinación de factores biológicos, normas sociales y roles de género tradicionales. “Las mujeres enfrentan expectativas sociales que enfatizan el cuidado, la expresividad emocional y el cumplimiento, lo que lleva a un mayor malestar psicológico”, señala el estudio. También se destaca el estrés asociado con equilibrar responsabilidades domésticas y laborales, así como la tendencia a internalizar factores estresantes, lo que aumenta el riesgo de depresión.

La paradoja de la felicidad
A pesar de estos desafíos, en algunas regiones las mujeres reportan mayor satisfacción vital y felicidad que los hombres. Esta aparente contradicción se explica por una mezcla de factores biológicos, culturales y metodológicos. Por ejemplo, las fluctuaciones hormonales pueden influir en la percepción del bienestar, mientras que las expectativas sociales moldean cómo las personas evalúan su propia vida.

Sin embargo, esta paradoja no es universal. El estudio encontró que, aunque en Oriente Medio, el norte de África, las Américas y Asia las mujeres reportan mayor satisfacción vital, en Europa, la ex Unión Soviética y el África subsahariana esta tendencia no se mantiene. “La paradoja del bienestar de género es real, pero no universal”, concluyen los autores.

Declive del bienestar femenino
Uno de los hallazgos más preocupantes es el declive del bienestar femenino en términos de malestar emocional y dolor, a pesar de los avances en igualdad de género. Los investigadores sugieren que las mujeres no se benefician por igual del progreso económico y social. “Incluso en países con mayor igualdad de género, las mujeres informan sentirse más abrumadas y emocionalmente tensas”, explica Kaiser.

Este fenómeno puede deberse a la “doble carga” que enfrentan las mujeres, quienes deben equilibrar el trabajo doméstico con su incorporación al mercado laboral. Además, el aumento de las expectativas y las metas más altas que las mujeres se fijan pueden generar mayor estrés y frustración cuando no se cumplen.

Implicaciones para las políticas públicas
Judit Vall, profesora de Economía en la Universidad de Barcelona, subraya que los sesgos de género en el mercado laboral, especialmente tras la maternidad, contribuyen a esta brecha. “Las mujeres experimentan una pérdida salarial y un mayor riesgo de tomar antidepresivos después de tener hijos, algo que no ocurre en los hombres”, explica Vall.

Kaiser concluye que la igualdad económica por sí sola no garantiza un mayor bienestar para las mujeres. “Los responsables de las políticas deben centrarse en la salud mental y el bienestar emocional, reconociendo que las soluciones deben adaptarse a las diferentes culturas”, afirma.

El estudio destaca la necesidad de más investigaciones para comprender cómo las normas de género y las expectativas influyen en la percepción del bienestar, y cómo las políticas pueden abordar estas desigualdades de manera efectiva.