En el árido y desolado paisaje del Valle de la Muerte, en California, un fenómeno intrigante ha desconcertado a científicos y visitantes durante décadas. En Racetrack Playa, un antiguo lecho lacustre formado hace unos 10.000 años, enormes rocas parecen deslizarse por sí solas, dejando largos surcos de hasta 460 metros de longitud en el suelo del desierto. Este misterio, conocido como las "piedras navegantes", ha generado teorías que van desde vientos huracanados hasta fuerzas magnéticas e, incluso, la intervención de seres extraterrestres.
Lo más desconcertante era que nadie había presenciado jamás el movimiento de estas rocas. Los visitantes simplemente encontraban que las piedras habían cambiado de posición entre visitas, evidenciado por los surcos que dejaban en el suelo. Algunas rocas mostraban trayectorias paralelas e incluso giros sincronizados, como si estuvieran coreografiados por una fuerza invisible.
En 2011, los científicos Richard D. Norris y James M. Norris decidieron resolver el misterio. Crearon la "Slithering Stones Research Initiative" e instalaron un sofisticado sistema de monitoreo que incluía cámaras time-lapse, rastreadores GPS y una estación meteorológica de alta resolución.
Dos años después, en diciembre de 2013, lograron capturar en video el desplazamiento de las piedras. En uno de estos eventos, más de 60 rocas se movieron simultáneamente, algunas recorriendo hasta 224 metros en varios episodios. Los datos, publicados en 2014 en la revista PLOS ONE, revelaron que las piedras se desplazaban a un ritmo de entre 2 y 5 metros por minuto, impulsadas por una combinación de hielo y viento.
La explicación: hielo y viento
Durante el invierno, se forma un estanque poco profundo en Racetrack Playa. Cuando el agua se congela, crea una capa de hielo de apenas 3 a 6 milímetros de grosor. Al amanecer, el sol comienza a derretir este hielo, formando grandes paneles flotantes que, impulsados por suaves brisas de entre 4 y 5 metros por segundo, empujan las rocas.
Este fenómeno es tan raro como fascinante. Las piedras solo se mueven una vez cada dos o tres años, y sus huellas permanecen visibles durante tres o cuatro años. Las rocas, compuestas de dolomita y sienita, dejan rastros diferentes según su superficie: las de fondo rugoso trazan líneas rectas, mientras que las de base lisa tienden a serpentear.
A pesar de haber resuelto el misterio, Racetrack Playa sigue siendo un lugar extraordinario. Sus "carreras de rocas" continúan siendo uno de los espectáculos más peculiares de la naturaleza, aunque presenciarlas en directo requiere una paciencia extraordinaria y una buena dosis de suerte.
Este descubrimiento no solo resuelve un enigma científico, sino que también destaca la belleza y complejidad de los fenómenos naturales, recordándonos que, a veces, las respuestas más simples pueden explicar los misterios más fascinantes.