La prohibición se enmarca en una tendencia global que ha ganado fuerza, con más de 80 países adoptando políticas similares, como Francia, Italia y varios estados de Estados Unidos. En Brasil, la medida ha sido bien recibida, aunque algunos estudiantes todavía intentan ocultar sus teléfonos al ingresar a las escuelas. Fernanda Heitor, subdirectora de una escuela en Brasil, señaló que la escuela ha "cambiado para mejor" desde la implementación de la ley, haciendo el entorno más alegre.
Este tipo de prohibiciones también busca mitigar problemas como el déficit de atención, el ciberbullying, y la exposición a contenidos inapropiados, con resultados diversos en distintos países. La Unesco destaca que, aunque en algunos lugares como Suecia los efectos no han sido tan notables, en otros, como en la Cumberland Community School en Londres, se ha observado una mejora en el desempeño académico.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) recomienda que las escuelas establezcan políticas claras sobre el uso de dispositivos electrónicos en consulta con los padres, adaptando las medidas a las necesidades locales.