En un mundo donde 2,200 millones de personas carecen de acceso a agua potable (según la ONU), el cine se ha convertido en un termómetro de los miedos globales. A través de ficciones distópicas, dramas basados en hechos reales y thrillers políticos, el séptimo arte lleva décadas advirtiendo: la escasez de agua no es solo un problema ambiental, sino una bomba de tiempo social y económica.
‘Waterworld’ (1995): Kevin Costner navega un planeta inundado donde el líquido potable es tan valioso como el oro. La cinta, considerada un fracaso en su estreno, hoy es revisitada como una profecía climática.
‘Mad Max: Furia en el camino’ (2015): Immortan Joe esclaviza a una población sedienta desde su fortaleza de agua en el desierto. "No te vuelvas adicto al agua", advierte el villano, reflejando cómo los recursos pueden ser armas de control.
‘Oro azul: Guerras mundiales del agua’ (2008): Este documental expone cómo corporaciones y gobiernos libran batallas silenciosas por privatizar ríos y acuíferos, un tema vigente en México y Latinoamérica.
‘Chinatown’ (1974): El clásico de Polanski revela la corrupción tras la especulación del agua en Los Ángeles. "Es el futuro, Jake", dice un personaje: hoy, esa frase resuena en ciudades como CDMX, que pierde 40% de su agua por fugas.
‘El niño que domó el viento’ (2019): Basada en hechos reales, muestra a un adolescente en Malawi que salva a su pueblo de la sequía con un molino eólico.
‘También la lluvia’ (2010): Gael García Bernal protagoniza esta crítica a la privatización del agua en Bolivia, inspirada en la Guerra del Agua de Cochabamba.
Mientras la ONU prevé que para 2030 la demanda de agua supere la oferta en un 40%, estas películas dejan una pregunta incómoda: ¿Estamos a tiempo de evitar que sus tramas se vuelvan realidad? "El agua es el petróleo del siglo XXI", sentencia ‘Oro azul’. El cine ya hizo su parte: ahora es turno de la acción colectiva.