Por Redacción Contra Réplica

La desaparición de tiburones en el Banco Saya de Malha: un riesgo para el ecosistema marino

La sobrepesca de tiburones en el Banco Saya de Malha, causada por la flota pesquera internacional, amenaza gravemente la biodiversidad marina y el equilibrio de los ecosistemas oceánicos.

En noviembre de 2022, un equipo de científicos exploró las aguas del Banco Saya de Malha, ubicado entre Mauricio y Seychelles, para estudiar tiburones. Sin embargo, durante tres semanas de investigaciones, no encontraron ninguno de estos animales, lo que suscitó inquietud sobre los efectos de la pesca ilegal en la región. El responsable de esta desaparición es, en gran parte, una flota de más de 200 barcos pesqueros provenientes principalmente de Taiwán, Sri Lanka y Tailandia, que han intensificado la pesca en la zona en los últimos años.

Los tiburones juegan un papel crucial en el ecosistema marino, regulando las poblaciones de tortugas y otros animales que, de no ser controlados, podrían acabar con las praderas marinas, esenciales para la salud del océano. La captura de tiburones, sin embargo, no suele ser accidental. La pesca con palangre de atún y el uso de cables de acero diseñados para atrapar tiburones son métodos empleados para maximizar las capturas. Muchos de estos tiburones son despojados de sus aletas, una práctica ilegal que ocurre en muchos barcos, especialmente en los provenientes de Sri Lanka y Taiwán. Este comercio de aletas se ha disparado en la última década, contribuyendo al declive de las poblaciones locales de tiburones.

A pesar de las denuncias y las restricciones, los barcos continúan operando en la zona, evadiendo regulaciones e incluso ocultando su ubicación para evitar sanciones. En 2024, los datos mostraron que más de 40 barcos de Sri Lanka pescaron en el Banco de Saya de Malha sin hacer pública su ubicación, dificultando las labores de conservación.

El impacto de esta sobrepesca es devastador para un ecosistema ya vulnerable. La extinción de tiburones en este banco podría desencadenar un colapso ecológico irreversible, afectando no solo a las especies marinas, sino a toda la biodiversidad del océano Índico. Los esfuerzos para frenar esta práctica se han intensificado, pero aún queda mucho por hacer para proteger uno de los ecosistemas más valiosos del planeta.