La tensión entre China y Estados Unidos aumentó este miércoles con el anuncio de nuevos aranceles por parte de la administración de Donald Trump. El presidente republicano ha elevado los impuestos a las importaciones chinas al 125%, en respuesta a las represalias de Pekín, que a partir de este jueves aplica tarifas del 84% a los productos de Estados Unidos. Estas decisiones se suman a la ya larga lista de gravámenes impuestos durante este conflicto comercial que afecta a las dos mayores economías del mundo.
Trump justificó la medida al acusar a Pekín de mostrar “falta de respeto” en sus acciones comerciales, lo que llevó a un incremento de aranceles en una escala que comenzó en un 10% y ha ido escalando hasta el actual 125%. Además, el presidente estadounidense suspendió por 90 días los aranceles a decenas de países, en un intento por suavizar las tensiones con naciones no involucradas directamente en esta guerra comercial. La medida, sin embargo, deja a China como el principal objetivo de estas sanciones económicas.
Por su parte, China no ha dudado en responder a cada ataque arancelario, e incluso ha llevado el conflicto al terreno diplomático, presentando quejas ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) por lo que considera "hostigamiento" por parte de la administración de Trump. El gobierno chino ha dejado claro que no cederá, y el economista Zhiwei Zhang ha afirmado que no se ve una solución fácil a este conflicto. Además, las represalias de Pekín no se limitan a lo económico, ya que han desaconsejado los viajes de sus ciudadanos a Estados Unidos y sancionado a algunas empresas norteamericanas.
El impacto de este pulso económico podría ser profundo no solo para China, sino también para la economía global. Expertos de la OMC advirtieron que la guerra comercial podría reducir el intercambio de mercancías entre ambos países hasta en un 80% y causar una pérdida de casi el 7% del PIB mundial a largo plazo. A pesar de los efectos perjudiciales para ambos países, la falta de una solución inmediata hace prever que el conflicto se prolongue, con la posibilidad de que no haya un acuerdo total en el corto plazo.